En el artículo ¿Sueles construir castillos en el aire? se indica:
"Cuando era
pequeña mi abuela solía contarme el cuento de la lechera, en una versión muy
particular de la famosa fábula de Esopo. Decía así:
“Una lechera
llevaba en la cabeza un cubo de leche recién ordeñada y caminaba hacia su casa
soñando despierta. «Como esta leche es muy buena», se decía, «dará mucha nata.
Batiré muy bien la nata hasta que se convierta en una mantequilla blanca y
sabrosa, que me pagarán muy bien en el mercado. Con el dinero, me compraré un
canasto de huevos y, en cuatro días, tendré la granja llena de pollitos, que se
pasarán el verano piando en el corral. Cuando empiecen a crecer, los venderé a
buen precio, y con el dinero que saque me compraré un vestido nuevo de color
verde, con tiras bordadas y un gran lazo en la cintura. Cuando lo vean, todas
las chicas del pueblo se morirán de envidia. Me lo pondré el día de la fiesta
mayor, y seguro que el hijo del molinero querrá bailar conmigo al verme tan
guapa. Pero no voy a decirle que sí de buenas a primeras. Esperaré a que me lo
pida varias veces y, al principio, le diré que no con la cabeza. Eso es, le
diré que no: «¡así!
La lechera
comenzó a menear la cabeza para decir que no, y entonces el cubo de leche cayó
al suelo, y la tierra se tiñó de blanco. Así que la lechera se quedó sin nada:
sin vestido, sin pollitos, sin huevos, sin mantequilla, sin nata y, sobre todo,
sin leche: sin la blanca leche que le había incitado a soñar.”
A mi este
cuento siempre me llamaba la atención, recuerdo bien ese sentimiento de
tristeza, me invadía una empatía tremenda hacia aquella pastorcilla y te
confieso, que me parecía bien injusto que toda esa ilusión se desvaneciera en
un instante como cuando construimos castillos en el aire. Luego de mayor he
comprendido y experimentado, que hay que soñar pero con los pies bien apegados
a a tierra y con el cántaro de leche bien agarrado. He aquí algunas pautas para
que tus castillos no se los lleve el viento.
Supongamos
que empezamos a construir nuestro castillo en el aire, para ello:
Primero lo
deseamos: con intensidad, sintiendo ese deseo bien por todo el cuerpo. Fíjate
que incluso la sensación puede ser como cuando bajas por una montaña rusa.
Luego lo
pensamos y pensamos, en este paso, permite que tu mente se active y trabaje.
En el
siguiente paso ya nos lo estamos imaginando,
y empezamos a visualizarlo, a recrearlo con imágenes, con sonidos, voces
y casi seguro que también poco a poco vamos sintiendo lo que sentiríamos si lo
hubiésemos conseguido.
Esta
progresión de acciones, puede ser muy rápida y es fantástica y muy útil, de
hecho en el coaching la utilizamos mucho.
Ahora bien,
¿quieres saber la clave para que tus castillos no se los lleve el aire?.
Pues tienes
que abrir un espacio en esa progresión de acciones para darte cuenta de cómo
estás ahora sin eso que quieres conseguir. Tienes que poner las dos imágenes
una al lado de otra y ver, escuchar y sentir lo que sería tener tu castillo, y
ver, escuchar y sentir cómo es no tenerlo.
Esta sencilla
comparación te aseguro, que puede marcar la diferencia y te hará ponerte en
acción, evitando así que tus castillos se los lleve el aire.
Ah! se me
olvidaba y es super importante:
Camina con
Atención Plena y mira bien por donde andas para no tropezar"
En clases con mis estudiantes les suelo indicar:
Sólo el trabajo tesonero permite que se pueda tener resultados esperados.
Fraguar papeles no es buena opción, tarde o temprano la verdad saldrá a la luz.
Buscar culpables, es la alternativa más fácil.
Una mentira dicha mil veces, no la convierte en verdad.
En informática (y en la vida) se pueden tener muchos éxitos, la gente sólo recuerda la vez que fracasó.