Recibí un mensaje de un amigo con este texto, al consultar la fuente existían en algunos sitios, trascribo del que considero más antiguo de octubre 2009.
Esta expresión se utiliza en algunos países ...
Sabemos que Rumiñahui huía perseguido por los españoles. Los españoles estaban más enojados que los hinchas de la Liga con el Esteban, y querían dos cosas con el General Sangolquileño:
Primero, querían pegarle una tranquiza que se escuche hasta Cádiz por haber incendiado la ciudad de Quito con lo cual los conquistadores no tuvieron dónde saquear y haberse llevado todas las vírgenes del sol con lo cual los conquistadores no tuvieron con quién «conversar».
Segundo, querían volverle a pegar hasta que confiese dónde escondió el inconmensurable tesoro de su imperio, pues en ese entonces, y en el actual, nadie se cruzaba el Atlántico a cristianizar al fío.
Muchos dicen que cansado el gran General llegó a un precipicio desde donde ya no tuvo escapatoria y que se lanzó al vacío con tanta mala suerte que quedó atrapado en unas ramas. Sin embargo, no podemos creerle tan cojudo de enredarse en unas chilcas a un tipazo que por poco logró expulsar a los conquistadores de estas tierras.
Lo que pasó fue que las vírgenes del sol se pusieron necias pues muchas de ellas se enamoraron de las barbas rubias de los españoles y ya no querían ser, ni vírgenes ni del sol, sino mas bien… señoras conquistadas.
Entonces le armaron un tremendo petardo al pobre Rumiñahui, y éste perdió tiempo tratando de convencerlas y finalmente cayó preso de la furia roja.
Antes de caer prisionero contó el secreto del escondite a su fiel lugarteniente Nisca Kantu, que en castellano viene a ser como “lo dicho en el borde”, cosa que no hace mucho sentido pero que nos lleva a presumir que Nisca Kantu nació en lo que hoy es la provincia de Manabí. Rumiñahui le pidió a Nisca Kantu un último favor: Si caía preso y era sometido a torturas, Nisca Kantu debería desde su escondite matarle de un tiro en la cabeza para acabar con su sufrimiento. Al poco tiempo, como buenos y devotos católicos los conquistadores procedieron a quemar vivo a Rumiñahui con el fin de que confiese el secreto, expíe sus pecados y luego se muera quemado.
Es justo decir que Rumiñahui aguantó bastante, pero llegó un punto en que el dolor producido por las llamas fue insoportable. Entonces balbuceó calladamente, porque minutos antes le habían partido la jeta, el nombre de su lugarteniente Nisca Kantu, esperando que su fiel amigo acabase con su sufrimiento.
Las llamas crecieron indetenibles y Rumiñahui miraba hacia las lomas donde se escondería su amigo con ardiente desesperación. Pero a Nisca Kantu le pasó lo que a los policías ecuatorianos algunos años atrás…. no tenía balas. El General varias veces mencionó el nombre Nisca Kantu, pero antes de enojarse por la demora… se murió.
– ¿Ni cagando has dicho?????, preguntó nuevamente.
– ¿Nos ha dicho que ni cagando nos dice su secreto?, volvió a preguntar Benalcázar que además de sordo se había vuelto incrédulo.
Durante varias noches y sus días, Sebastián de Benalcázar masticó esa frase de negativa pura y simple. Y reconoció el espíritu indómito de su enemigo y resolvió hacer suyas esas palabras de inconmensurable valor, porque no hay nada mejor que soplarse las frases ajenas. Cuando Francisco de Orellana le dijo a Benalcázar que lo acompañe a descubrir el Río Amazonas, éste le contestó…
“Ni cagando” y un sorprendido Orellana optó por irse por su cuenta y emputadísimo se fue desquitando y cayéndole a fuetazos a todo aquel que se le cruzó el en camino.
La crónica señala que siguió enojado hasta Puembo más o menos, lo que no es poco porque en esa época se demoraron como veinte días en llegar. Luego se volvió a enojar cuando le volaron un ojo de un flechazo en lo que ahora es el Oriente ecuatoriano.
Por esas fechas la frase tomó su propia personalidad, y bastaba con mencionarla para dejar en claro una negativa que no admitía discusión, una frase cortante, un ¡NO! definitivo y tajante.
Una frase cuya contundencia solo era comparable con un ¡Ándate a la verga!, o con una patada en el culo. Luego con el tiempo y la hábil gestión de los organismos de derechos humanos, la frase encontró formatos más sutiles como “Nica”.
Entonces el «NI CAGANDO» atravesó la historia ecuatoriana: cuando le decían a Eugenio Espejo que no publique su periódico “El Quiteño Libre”, contestó nicagando.
En la verdadera historia del Padre Almeida, al verlo salir de farra todas las noches, el Cristo le dijo “abandona el libertinaje hijo mío” y el Padre Almeida le contestó “Ni cagando, Señor”.
Debe ser por su origen inexacto y equivocado que “Ni cagando” encierra además una gran dosis de auto engaño y de ineficiente mentira. Al preguntarle a Bolívar si estaba camote de la Manuela nerviosamente dijo “ni cagando”.
Y cuando García Moreno preguntó a su edecán si alguien podría asesinarlo, le contestó “Ni cagando, Señor Presidente”. Santa Marianita de Jesús dijo que “ni cagando los terremotos destruirán Quito, sino los malos gobiernos”. Unos religiosos ocultaron la frase original porque a una persona mal hablada ni cagando le hacen Santa.
No faltó el quiteño que sugirió a Eloy Alfaro que licite la contratación del ferrocarril y el Viejo Luchador contestó «ni cagando» , y la repitió al decir que ni cagando llamaría a elecciones porque lo que había ganado con bayoneta no lo perdería con papeleta.
Hoy en día, este par de palabritas juntas sirven para todo y sobreviven esencialmente por su infinita incongruencia, pues ¿quién haría qué cosa cagando? Además de cagar, máximo leer o contestar el celular o fumar, pero de ahí nada más pues.
¿O es que cagando se mejoran las posibilidades de hacer algo difícil como meter un penal?."
11+ frases que solo entendemos los ecuatorianos
No sea malito…
Chulla vida.
Irse a volver.
Llevar piñas a Milagro.
Del putas.
Como en botica, Como chancho en lodo, o Como a perro en misa.
Para expresar que estamos muy muy felices, usamos la segunda, asumiendo que los chanchos son felices al revolcarse en el lodo. Así: “El concierto estuvo tan del putas que gocé como chancho en lodo”.
La última, en cambio, hace alusión a los pobres perros que se atreven a irrumpir en la sagrada misa y son echados a palos. Así que usamos esa expresión cuando nos va muy mal en algo. Por ejemplo: “Como no le quieren a este man en la casa de la novia, le tratan como a perro en misa”.
Jugar Barcelona y Hacer la casita.
Hacer la casita es casi como jugar Barcelona. Quiere decir que nos engañaron y nos prometieron algo que no se iba a cumplir. También nos hacen la casita aquellas personas que se aprovechan de nuestra buena fe. Así: “Pobre Luis, le hicieron la casita y le obligaron a renunciar al trabajo”.
Guagua que no llora no mama.
De ley versus Ni cagando.
Marcar tarjeta.
Este libro presenta una lista, lo más completa posible, del léxico sexual usado por los ecuatoriano; resultado de entrevistas realizadas a pequeños grupos conformados por: escritores, periodistas, profesores, universitarios, militares y amas de casa."