Artículo compartido por Cap Marco Benítez
"Eran las 4 de la tarde del 14 de noviembre de 1954, una tarde soleada en Tarapoto y un avión Douglas C-47 de la FAP se preparaba para decolar rumbo a Trujillo.
La tripulación de la aeronave la conformaban el piloto CAP FAP Jorge Baca Astete, el copiloto CAP FAP Juan Bettochi Bejarano, el mecánico de abordo TCO FAP Victoriano Alfaro y el operador de radio SO FAP Ángel Mendoza Hurtado.
La carga principal eran 2,700 kilos de pacas de algodón, un cargamento de café y una pasajera que era la dueña de la carga. Todo transcurría con total normalidad.
Eran los tiempos de la aviación riesgosa, del duro trajinar de aviones cuatrimotores y de los Douglas C-47 que volaban por los veleidosos cielos de nuestra enmarañada selva. Los pilotos no contaban con instrumental meteorológico adecuado, debían buscar la rutas, enfrentar las corrientes de aire ascendentes y descendientes, y tenían muchas limitaciones.
Pero todo ello lo suplían con mística, valor y la experiencia de diario trajinar por los aires de nuestro complejo y accidentado territorio.
La aeronave parte de la localidad de Tarapoto y el procedimiento operativo visual (POV) para la navegación en esa ruta establecía como primer punto de chequeo para entrar a la cordillera, la “Oreja del rio Huallabamba”. Hasta allí todo va bien, a pesar que ya se divisaba una niebla cerrada que cubría el cielo y a los pocos instantes una turbulencia empezó a estrujar el aparato dando inicio a una terrible tempestad eléctrica.
A 16,000 pies, el avión enfrenta la sombra de la cordillera, y es allí cuando el aparato sorpresivamente es impulsado hacia arriba por una fuerza desconocida. Asciende violentamente 500 pies, luego mil, dos mil, tres mil pies por minuto alcanzando los 20,000 totalmente fuera de control.
El Capitán Baca siente que el avión queda en posición totalmente vertical, con la nariz apuntando al cielo, y siente que llega a un punto muerto y empieza a caer hacia atrás, sintiéndose tenso, pero sin soltar los controles “ayuda” al aparato a efectuar el increíble e inevitable looping, maniobra imposible de efectuarse a ciegas, frente a la cordillera y en un avión C-47 cargado.
En la mente del Capitán Jorge Baca se cruza como una ráfaga de viento el negro telón de rocas de la enhiesta cordillera andina. Se prepara para lo peor, sin embargo, atina a gritar al copiloto:
¡¡Abre las cortinas del aire del carburador!! ¡¡Que no se planten los motores!!
Vuelve a ordenar lo mismo una y otra vez, pero no hay respuesta, el copiloto se había desmayado, estaba en un BLACK-OUT y al mecánico le había caído encima un maletín de herramientas, y estaba en shock.
Habían ingresado a un Cumulonimbos de una inconcebible fiereza.
UN SEGUNDO INCREIBLE LOOPING
El C-47 aparentemente recupera la estabilidad luego de haber sobrepasado todos los limites instrumentales para el control de la nave, pero cuando los motores estaban en relantido (mínimo) esa misteriosa y descomunal fuerza vuelve a disparar al avión nuevamente hacia los 20,000 pies de altura y vuelve a ocurrir un segundo looping.
El piloto queda totalmente desconcertado y por unos instantes su mente esta en blanco y siente un inevitable roce con la muerte, su espíritu como que se aleja del cuerpo, pero esa quietud, ese silencio de pronto se ve interrumpido por la velocidad de la caída de la enorme aeronave, que ante los embates de la naturaleza se sentía como un avión de papel, un avión ligero.
Consciente de un final cercano, con el avión terminando de invertirse en un looping decide cambiar el rumbo de la aeronave invirtiendo la aeronave de la posición donde se encontraba, logrando así estabilizarla, y enrumba de vuelta a la selva, con rumbo a Tarapoto.
El Capitán Bettochi en el trayecto recobra la conciencia y luego las reflexiones de la tripulación fueron:
¿Quién va a creer lo ocurrido?
¿Deberíamos ocultar lo realmente sucedido, pues seremos víctimas del sarcasmo o la benevolencia de nuestros jefes y compañeros de armas?
Efectivamente, nadie podía creer que esta pesada pero magnifica aeronave pudiera girar de ese modo, frente a la cordillera y al son de una terrible y fiera turbulencia, pero que milagrosamente todos sus tripulantes estaban sanos y salvos.
El avión – Un titan del espacio – a duras penas pudo llegar a Tarapoto, estaba muy dañado al punto que la puerta de salida no podía abrirse y se tuvo que usar la puerta de emergencia, por dentro todo estaba hecho un caos y el fuselaje presentaba daños. Su reparación tardo 7 meses.
En esta singular historia no nos queda mas que ver la voluntad divina. Es por ello que los tripulantes de este dramático vuelo, agotados y tensos, sin acordarlo se volvieron a encontrar en una iglesia de Tarapoto, allí acudieron a elevar una plegaria de agradecimiento a Dios."
Texto escrito por Perla Baca Gálvez, extraído de la revista AVIACION/IEHAP.
Como referencia del avión
Douglas C-47 Skytrain - Documental en Español - Parte 1
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