Tres profesoras reconocidas por su labor educativa explican sus propuestas para innovar en el aula
En sus trayectorias como docentes han recibido distintos galardones en el sistema universitario español donde se ha premiado su innovación a la hora de impartir sus clases. Cada una con su propio estilo, pero con algo en común, considerar al estudiante el protagonista del aprendizaje. Apuestan por crear una relación cómplice con sus alumnos, respetando siempre los roles, pero llegando a ellos a través de la confianza.Gabriela Delord (Brasil, 40 años), bióloga especializada en Educación Ambiental, quería cuidar pingüinos en la Antártida. Consiguió una beca, pero su madre no le dejó embarcarse en esa aventura porque significaba estar tres meses incomunicada y viajar prácticamente solo con hombres. «Así que tuve que pensar en otra opción y una profesora me dijo que tenía vocación para enseñar. Confié en ella», afirma Delord.
Su director de tesis del doctorado en Brasil había estado en Sevilla investigando un proyecto innovador y le animó a seguir sus pasos. Así llegó a la Universidad de Sevilla en el 2014. Ahora imparte clases en el departamento de Didáctica de las Ciencias Experimentales y Sociales. Su trabajo se ha visto de nuevo recompensado con el tercer puesto de los Premios Educa Abanca. En su experiencia previa como docente pensaba que era innovadora, pero «más tarde me di cuenta que yo era una profesora espontánea y mis contenidos no llegaban. Aquí he descubierto la innovación», matiza.
Empezó a formarse para ser formadora y es cuando cambió su docencia. «El juego pasa a tener sentido tanto para mí como para mis estudiantes, un juego para aprender, y es la clave de la innovación», resalta. En el curso que imparte para formar a profesores universitarios de todas las áreas le llegan docentes un poco desesperados, que se sienten rechazados, sin ánimo. Quieren una solución mágica y que los alumnos cambien, pero eso no ocurre si ellos no cambian», explica. Cambiar la estructura de la clase suele generar rechazo en un principio, pero «con la práctica empiezan a fiarse del método».
Para ella la clave de la docencia está en que «el alumno sea el protagonista del aprendizaje. El profesor debe ser el profesional que guía a los estudiantes a llegar a su propio conocimiento». Sus clases se basan en problemas y pide a los alumnos que lleguen a una solución a través del método científico. «Deben dar sus hipótesis, buscar distintas fuentes y fiables, llegar a sus conclusiones y dar una conclusión», apunta la docente. Alguna vez la búsqueda de información es a través de la IA y otras veces con documentales, internet… «Me sumo al equipo y cambiamos ideas, les pregunto muchas cosas, y en ese momento creamos una relación de confianza, apoyo y empiezan a ver el lado más humano de la profesora, que es amiga, pueden confiar en ella, y cambia el clima del aula».
Ingrid Mosquera Gende (La Coruña, 49 años) es profesora en la Universidad Internacional de La Rioja de Logroño (UNIR). Doctora en Filología Inglesa, fue dirigiendo su carrera hacia la docencia universitaria casi sin darse cuenta, aunque reconoce que de pequeña le encantaba dar clase a sus muñecos y siempre iba con su libreta de notas. Se siguió formando en el área de Educación y sus líneas de investigación y sus publicaciones académicas están relacionadas con el aprendizaje informal, la educación online y la tecnología educativa.
Imparte distintas asignaturas en los grados de Maestro de Educación Infantil y de Educación Primaria. Este año ha recogido el galardón como Mejor Docente de España Categoría Universidad VIII Premios Educa Abanca 2024, y el año pasado fue finalista. Ya lleva más de 15 años en UNIR y cree que su personalidad se adapta muy bien a la enseñanza online. «Para mí es importante que los alumnos, cuando siguen la clase en directo, sientan que no están solos. Y los que la siguen en diferido, que puedan interactuar en asíncrono», indica la docente. En sus clases, identifica dos partes claves, «la formación y la experiencia, ambas necesarias para desarrollar la capacidad de adaptación de los profesores». Además, «creo que es importante ser uno mismo, yo tengo mucho sentido del humor, es mi manera de ser, y se refleja en mis aulas», resalta. Sus clases son interactivas, plantea preguntas y hace reflexionar al alumno.
Es una persona muy activa en redes sociales, siendo fundadora de las #CharlasEducativas y del canal de YouTube IMGENDE TIC y Educación con Ingrid. «Desde que hace cinco años hago el programa de charlas educativas mis clases han mejorado mucho. Me permite estar más al día y dar ejemplos reales», indica Mosquera. Defiende una relación cercana entre profesor y alumno, sin que ninguno pierda sus roles y sin que interfiera en las notas. «Soy una persona muy cercana, abierta a cualquier cuestión. Los alumnos saben que pueden estar en contacto conmigo, me tienen localizada en redes, y me gusta que tengan la confianza para decirme las cosas».
Patricia Hernández Lamas (Madrid, 1977) es Doctora en Arquitectura y Máster en Paisajismo. Imparte asignaturas de paisaje, historia de la construcción, diseño creativo y patrimonio en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de la UPM y ha recibido un premio de Innovación Educativa de esta universidad. Antes de entrar en el mundo de la docencia trabajó en distintos estudios de arquitectura colaborando como paisajista. Siempre le gustó estudiar e investigar y tenía en casa buenos ejemplos de docentes con su padre, profesor de la UPM, y su abuelo, catedrático.
Su galardón reconoce su trayectoria de innovación y a ella le gusta extenderlo a toda la unidad docente de Historia, Arte y Estética de la Ingeniería donde desde hace años trabajan para que «el estudiante sea el protagonista de su formación». Parte de la premisa de que los alumnos no se deben centrar solo en las aulas, sino que «también deben entender que lo que estudian es útil para la sociedad y se relacionen con ella». Patricia realiza con los alumnos distintos proyectos y en uno de ellos los alumnos hacen de guías y explican cómo las obras públicas transforman la ciudad de Madrid. «Organizamos las visitas, los recorridos y a los alumnos les gusta mucho participar y sentirse útiles», resalta.
Reconoce que las asignaturas que imparten desde su departamento son atípicas en una escuela de Caminos. «Al inicio los alumnos se nos quedan descolocados, nunca se han enfrentado a un papel en blanco, no les han hablado de patrimonio», indica la profesora. Aunque cuentan con un temario y también tienen clases magistrales, en una parte de la clase realizan trabajos más dinámicos. «Nos gusta que trabajen en grupo porque en la vida profesional generalmente se trabaja en equipos multidisciplinares y eso es importante que lo aprendan», explica Hernández.
Considera que el desarrollo de las nuevas tecnologías les ha abierto otras formas de enseñanza, con herramientas que son muy útiles para sus alumnos. Por ejemplo, «nos ayuda mucho a geoposicionar las obras de ingeniería de España, ya tenemos más de 200, y eso nos permite acercar estos contenidos a la sociedad»."
"Las universidades encaran una profunda transformación para adaptarse a entornos cada vez más dinámicos, competitivos y globalizados. Mientras avanzan en digitalización, nuevos métodos académicos y nuevas enseñanzas, también necesitan reformas estructurales para mejorar su financiación, autonomía y garantizar el relevo generacional del profesorado
El mundo cambia, se transforma a un ritmo vertiginoso, y el modelo universitario español vive su propia metamorfosis evolutiva para intentar dar respuestas convincentes y adecuadas a las nuevas necesidades de una sociedad y una economía que avanzan sin freno. La Fundación CYD publicó a finales de 2024 la vigésima edición de su informe anual en el que a lo largo de las dos últimas décadas ha realizado un análisis del sistema universitario español y de sus prioridades estratégicas. Su vicepresidente, Francesc Solé Parellada, resalta positivamente el avance logrado por el sistema en este tiempo «en el conocimiento de sí mismo y en la toma de conciencia sobre la importancia de la gestión y los servicios que ofrece». Además, ha entendido su misión principal, «la contribución al desarrollo económico y social». Igualmente, la investigación ha ido ganando un mayor protagonismo y es evidente un crecimiento considerable en el número de universidades privadas, especialmente en términos de alumnado de grado y, sobre todo, de posgrado. A ello hay que sumar los cambios en las metodologías educativas que han traído la digitalización y las nuevas tecnologías.
En veinte años se ha incrementado el número de estudiantes de educación superior, se ha creado una cuarta parte de las universidades (todas ellas privadas), se ha doblado el porcentaje de población adulta con estudios superiores y las titulaciones han aumentado un 32%. Son hitos que no esconden numerosos retos pendientes. «Las universidades han tenido que adaptarse a un cambio de tipología de su profesorado y han experimentado un retroceso en su financiación, que sigue por debajo de la media de los países de la OCDE», afirma Angela Mediavilla, responsable gabinete técnico de la Fundación CYD. Tal y como recoge el Informe CYD 2024, en los últimos años ha habido un crecimiento notable del personal docente e investigador, «el pilar sobre el que se sostiene la calidad educativa y la producción científica (9,3% desde el curso 2018-2019)», indica. Pero este aumento ha sido desigual, del 6% en las públicas frente al 26,4% de las privadas. Para atraer talento y garantizar un relevo generacional efectivo, «las universidades necesitan mayor autonomía en la gestión de su personal», resalta. Solo con políticas flexibles de atracción, retención y estabilización con rigor del personal académico «se podrá asegurar un relevo generacional que garantice la sostenibilidad del sistema universitario español a largo plazo».
Desde CYD subrayan que uno de los grandes retos que tiene el sistema universitario es el de la gobernanza, que «en sentido amplio es el eje vertebrador que define la capacidad de las universidades para adaptarse a un entorno cada vez más dinámico, competitivo y globalizado», recuerda Mediavilla. CYD recuerda que las universidades españolas necesitan una gobernanza sólida y moderna que otorgue autonomía, flexibilidad y capacidad de gestión. «Esto implica adoptar reformas estructurales que permitan un modelo de financiación sostenible, basado en resultados e impacto social, así como políticas de reclutamiento que fomenten la diversidad y garanticen el relevo generacional del personal académico», matiza.
El desafío de la financiación
Pese a los esfuerzos emprendidos desde 2015 para incrementar la financiación de las universidades públicas presenciales españolas, «en 2022 los ingresos y gastos no financieros liquidados por estas instituciones seguían siendo un 14% inferiores a los niveles de 2009 en términos reales (con un aumento nominal del 12%, frente a una inflación acumulada del 26% en dicho periodo)», avanza la fundación. El Informe CYD 2024 pone de relieve que en 2021, el 67% del gasto total en instituciones de educación superior en España provenía del sector público, mientras que el 31% de los fondos provenían del sector privado, porcentaje superior al 28% de la OCDE y al 20% de la UE.
Por otro lado, la situación laboral de los graduados pone de manifiesto la urgencia de dotar a los estudiantes de competencias versátiles y transversales que les permitan desarrollarse en un mercado en constante transformación. «España cuenta con una alta proporción de ocupados con estudios superiores (la octava más alta de la UE), sin embargo el 35,8% de los graduados ocupan puestos de baja cualificación, evidenciando que el reto no radica únicamente en formar a profesionales, sino en formarlos con las habilidades adecuadas», avanza la responsable del gabinete técnico. Algo que no solo se debe a la desconexión entre la educación superior y el mercado laboral actual, «sino también a una estructura productiva que, en ocasiones, no ofrece suficientes empleos de alta cualificación, lo que puede conducir a la sobrecualificación o a la fuga de talento», matiza.
Carles Ramió Matas es catedrático de Ciencia Política y de la Administración en la Universitat Pompeu Fabra. Asegura que muy pocas personas tienen una visión global del sistema universitario español, y que cuando se analiza algo de lo que formas parte pierdes objetividad. «Pero si tomas un poco de distancia llegas a la conclusión de que las 50 universidades del sistema público español son todas buenas, incluso las más periféricas». Los rankings, a los que tanto se mira, incluyen 40.000 universidades en el mundo y en algunos más de la mitad de las españolas están entre las 500 mejores. Tiene claro que si se analizase la eficiencia de los centros, «no tengo dudas de que estarían muchas entre las primeras del mundo, seguro». Analizando datos del ministerio, CRUE y la Fundación CYD, es un sistema muy competitivo, valioso. Una joya de nuestro sistema institucional que hay que preservar», puntualiza. En su libro «La privatización de la universidad en España», analiza el crecimiento de los centros privados y reflexiona sobre el modelo hacia el que se dirige el país. Su análisis «no es una crítica a las privadas, tienen que existir, y en España hay escuelas de negocio privadas que son las mejores del mundo». Lo que nota es que en los últimos años nos estamos alejando de los países de referencia del modelo continental europeo. El riesgo para él está en caminar hacia un modelo mayoritario en el mundo en el que «hay dos o tres universidades privadas muy caras, una pública buena y una red enorme de universidades mediocres, tanto públicas como privadas, y eso es lo que hay que evitar», resalta.
Por otro lado, la situación laboral de los graduados pone de manifiesto la urgencia de dotar a los estudiantes de competencias versátiles y transversales que les permitan desarrollarse en un mercado en constante transformación. «España cuenta con una alta proporción de ocupados con estudios superiores (la octava más alta de la UE), sin embargo el 35,8% de los graduados ocupan puestos de baja cualificación, evidenciando que el reto no radica únicamente en formar a profesionales, sino en formarlos con las habilidades adecuadas», avanza la responsable del gabinete técnico. Algo que no solo se debe a la desconexión entre la educación superior y el mercado laboral actual, «sino también a una estructura productiva que, en ocasiones, no ofrece suficientes empleos de alta cualificación, lo que puede conducir a la sobrecualificación o a la fuga de talento», matiza.
Carles Ramió Matas es catedrático de Ciencia Política y de la Administración en la Universitat Pompeu Fabra. Asegura que muy pocas personas tienen una visión global del sistema universitario español, y que cuando se analiza algo de lo que formas parte pierdes objetividad. «Pero si tomas un poco de distancia llegas a la conclusión de que las 50 universidades del sistema público español son todas buenas, incluso las más periféricas». Los rankings, a los que tanto se mira, incluyen 40.000 universidades en el mundo y en algunos más de la mitad de las españolas están entre las 500 mejores. Tiene claro que si se analizase la eficiencia de los centros, «no tengo dudas de que estarían muchas entre las primeras del mundo, seguro». Analizando datos del ministerio, CRUE y la Fundación CYD, es un sistema muy competitivo, valioso. Una joya de nuestro sistema institucional que hay que preservar», puntualiza. En su libro «La privatización de la universidad en España», analiza el crecimiento de los centros privados y reflexiona sobre el modelo hacia el que se dirige el país. Su análisis «no es una crítica a las privadas, tienen que existir, y en España hay escuelas de negocio privadas que son las mejores del mundo». Lo que nota es que en los últimos años nos estamos alejando de los países de referencia del modelo continental europeo. El riesgo para él está en caminar hacia un modelo mayoritario en el mundo en el que «hay dos o tres universidades privadas muy caras, una pública buena y una red enorme de universidades mediocres, tanto públicas como privadas, y eso es lo que hay que evitar», resalta.
Agujero en la oferta
Entiende que el crecimiento de la universidad privada se debe en parte a la falta de plazas de las públicas, sobre todo en los másteres habilitantes. Además, «hay un gran agujero del sistema público español nunca abordado, el campo artístico, como el diseño, que se lo ha quedado el ámbito privado». Considera que
antes se optaba por la formación privada porque no llegaba la nota o por recelo ideológico hacia el modelo público. Pero ahora existe una significativa «transformación social, con una clase media alta que desconfía de la pública y de sus propios vástagos. La pública se basa en una autonomía de los alumnos, es una esencia, y ahora la juventud tiene un periodo de madurez más prolongado. En la privada están más controlados», reflexiona. A todo ello hay que sumar que algunas privadas «de forma natural tienen más vínculos con el mercado privado y se accede más fácilmente en algunas profesiones», añade.
Manuel Muñiz, rector internacional de IE University & presidente del Consejo de IE New York College, recuerda que la universidad privada «cumple una función complementaria a la de la universidad pública y estratégica dentro del sistema educativo español». Destaca que estos centros amplían la oferta académica, atraen alumnado internacional a España, y dirigen nuevos recursos hacia la investigación. «Además, moviliza también fondos para becas y otras formas de ayuda financiera, permitiendo ampliar el acceso a la universidad», puntualiza. El IE, por ejemplo, tiene previsto realizar 40 nuevas contrataciones anuales de claustro interno investigador. «Estos expertos procedentes de todo el mundo vivirán en España, y contribuirán a la generación de conocimiento en nuestro país», resalta, recordando también que IE otorga más de 24 millones de euros anuales a becas.
Muñiz pone en valor todo lo que aporta la universidad privada, como la atracción de inversión nacional e internacional o el fortalecimiento de los vínculos con el tejido empresarial. También desarrollan programas de formación alineados con las necesidades del mundo del trabajo y «este enfoque práctico y orientado a resultados genera un impacto directo en el desarrollo económico, promueve la creación de empleo y aporta valor a la sociedad».
El rector internacional de IE pone en valor la colaboración existente entre universidad pública y privada «en áreas clave como la investigación, la movilidad y el desarrollo de proyectos conjuntos». Muñiz asegura que «la universidad privada no está llamada a sustituir a la pública sino a complementarla y a generar un ecosistema de educación superior más completo, diverso y rico». Considera importante para las universidades públicas que exista un ecosistema sano de instituciones privadas y viceversa. «La realidad es que a nivel global los grandes polos de innovación tienen instituciones públicas y privadas en su seno que conviven con grandes sinergias», matiza Muñiz.
Òscar Jané, vicerrector de Relaciones Internacionales de la UAB, recuerda que la universidad en sí «es muy sensible a la realidad política de su entorno y a todo lo que sucede». Por eso considera que hay dos elementos que conforman un momento de reflexión. «Por un lado, tras el auge y multiplicación de las universidades privadas, junto a un descenso demográfico, la sociedad debe plantearse qué supone la oferta de una universidad de calidad docente y de investigación», resalta Jané. En segundo lugar, la situación internacional está situando ahora mismo las universidades ante nuevos retos. «En ese sentido, las alianzas europeas son un buen instrumento para calibrar la respuesta de nuestras universidades y optimizar las complementariedades», matiza.
antes se optaba por la formación privada porque no llegaba la nota o por recelo ideológico hacia el modelo público. Pero ahora existe una significativa «transformación social, con una clase media alta que desconfía de la pública y de sus propios vástagos. La pública se basa en una autonomía de los alumnos, es una esencia, y ahora la juventud tiene un periodo de madurez más prolongado. En la privada están más controlados», reflexiona. A todo ello hay que sumar que algunas privadas «de forma natural tienen más vínculos con el mercado privado y se accede más fácilmente en algunas profesiones», añade.
Manuel Muñiz, rector internacional de IE University & presidente del Consejo de IE New York College, recuerda que la universidad privada «cumple una función complementaria a la de la universidad pública y estratégica dentro del sistema educativo español». Destaca que estos centros amplían la oferta académica, atraen alumnado internacional a España, y dirigen nuevos recursos hacia la investigación. «Además, moviliza también fondos para becas y otras formas de ayuda financiera, permitiendo ampliar el acceso a la universidad», puntualiza. El IE, por ejemplo, tiene previsto realizar 40 nuevas contrataciones anuales de claustro interno investigador. «Estos expertos procedentes de todo el mundo vivirán en España, y contribuirán a la generación de conocimiento en nuestro país», resalta, recordando también que IE otorga más de 24 millones de euros anuales a becas.
Muñiz pone en valor todo lo que aporta la universidad privada, como la atracción de inversión nacional e internacional o el fortalecimiento de los vínculos con el tejido empresarial. También desarrollan programas de formación alineados con las necesidades del mundo del trabajo y «este enfoque práctico y orientado a resultados genera un impacto directo en el desarrollo económico, promueve la creación de empleo y aporta valor a la sociedad».
El rector internacional de IE pone en valor la colaboración existente entre universidad pública y privada «en áreas clave como la investigación, la movilidad y el desarrollo de proyectos conjuntos». Muñiz asegura que «la universidad privada no está llamada a sustituir a la pública sino a complementarla y a generar un ecosistema de educación superior más completo, diverso y rico». Considera importante para las universidades públicas que exista un ecosistema sano de instituciones privadas y viceversa. «La realidad es que a nivel global los grandes polos de innovación tienen instituciones públicas y privadas en su seno que conviven con grandes sinergias», matiza Muñiz.
Òscar Jané, vicerrector de Relaciones Internacionales de la UAB, recuerda que la universidad en sí «es muy sensible a la realidad política de su entorno y a todo lo que sucede». Por eso considera que hay dos elementos que conforman un momento de reflexión. «Por un lado, tras el auge y multiplicación de las universidades privadas, junto a un descenso demográfico, la sociedad debe plantearse qué supone la oferta de una universidad de calidad docente y de investigación», resalta Jané. En segundo lugar, la situación internacional está situando ahora mismo las universidades ante nuevos retos. «En ese sentido, las alianzas europeas son un buen instrumento para calibrar la respuesta de nuestras universidades y optimizar las complementariedades», matiza.
Respuesta conjunta
Precisamente en España se ha creado recientemente el grupo de Universidades Españolas en Universidades Europea (UEUE) que aglutina a 56 universidades españolas que participan en alguna de las 65 Alianzas Europeas reconocidas por Bruselas «Estas alianzas son la herramienta principal o punta de lanza de la Comisión Europea y, por ende, de los países miembros, para transformar y adecuar el Sistema Europeo de Educación Superior a las necesidades de formación actuales, en cocreación con la sociedad y los distintos sectores y dando respuesta a los ODS», explica el vicerrector.
En una sociedad cada vez más compleja e interdisciplinar, «nuestros estudiantes deben familiarizarse con problemáticas reales que la sociedad actual plantea, problemáticas que requieren trabajar e interaccionar con expertos de disciplinas diferentes», resalta el vicerrector de la UAB. En ese sentido, cree que un papel nuevo e imprescindible de la universidad es facilitar estos espacios de conexión entre estudios de diferentes ámbitos con el ecosistema social que la envuelve «para plantear retos a abordar de manera conjunta por nuestros estudiantes, investigadores y en colaboración con nuestro entorno».
Las alianzas europeas de universidades permiten añadir una nueva dimensión, «la internacionalización», resalta Jané. La alianza europea a la cual pertenece la UAB, el ECIU, se ha focalizado en la oferta de programas de corta duración (microcredenciales) trabajados a través de la metodología del Aprendizaje Basado en Retos, «que ya en años anteriores la UAB había implementado siendo de alguna manera pionera a escala estatal», pone como ejemplo Òscar Jané. Son pasos adelante en un modelo de educación superior que vive un momento de profunda transformación en paralelo al de la sociedad y el mercado de trabajo."
En una sociedad cada vez más compleja e interdisciplinar, «nuestros estudiantes deben familiarizarse con problemáticas reales que la sociedad actual plantea, problemáticas que requieren trabajar e interaccionar con expertos de disciplinas diferentes», resalta el vicerrector de la UAB. En ese sentido, cree que un papel nuevo e imprescindible de la universidad es facilitar estos espacios de conexión entre estudios de diferentes ámbitos con el ecosistema social que la envuelve «para plantear retos a abordar de manera conjunta por nuestros estudiantes, investigadores y en colaboración con nuestro entorno».
Las alianzas europeas de universidades permiten añadir una nueva dimensión, «la internacionalización», resalta Jané. La alianza europea a la cual pertenece la UAB, el ECIU, se ha focalizado en la oferta de programas de corta duración (microcredenciales) trabajados a través de la metodología del Aprendizaje Basado en Retos, «que ya en años anteriores la UAB había implementado siendo de alguna manera pionera a escala estatal», pone como ejemplo Òscar Jané. Son pasos adelante en un modelo de educación superior que vive un momento de profunda transformación en paralelo al de la sociedad y el mercado de trabajo."
No hay comentarios:
Publicar un comentario