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sábado, 2 de agosto de 2025

NYT Pensar se está convirtiendo en un lujo


Mi amigo Jorge Moncayo comparte un artículo del NYT. 

Pensar se está convirtiendo en un lujo


"Cuando era una niña, en la década de 1980, mis padres me enviaron a una escuela Waldorf en Inglaterra. En esa época, la escuela desaconsejaba a los padres que permitieran a sus hijos ver demasiada televisión y, en cambio, les decían que hicieran hincapié en la lectura, el aprendizaje práctico y jugar al aire libre.

En aquel momento me molestó esta restricción. Pero quizá tuvieran razón: hoy no veo mucha televisión y sigo leyendo mucho. Sin embargo, desde mi época en la escuela, se ha impuesto una forma de tecnología mucho más insidiosa y tentadora: internet, sobre todo a través de los teléfonos celulares. Hoy sé que tengo que guardar el teléfono en una gaveta o en otra habitación si necesito concentrarme durante más de unos minutos.


Desde que hace aproximadamente un siglo se inventaron los llamados tests de inteligencia, hasta hace poco, las puntuaciones internacionales de coeficiente intelectual (CI) subían de manera constante en un fenómeno conocido como efecto Flynn. Pero hay pruebas de que nuestra capacidad para aplicar ese poder cerebral está disminuyendo. Según un informe reciente, las puntuaciones de alfabetización de los adultos se nivelaron y empezaron a descender en la mayoría de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en la última década, y algunos de los descensos más dramáticos se observaron entre los más pobres. Los niños también muestran una alfabetización decreciente.

En un artículo publicado en el Financial Times, John Burn-Murdoch lo relaciona con el auge de una cultura postalfabetizada en la que consumimos la mayor parte de los medios a través de los celulares, evitando los textos densos en favor de las imágenes y los videos cortos. Otras investigaciones han asociado el uso de celulares con los síntomas del trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) en adolescentes, y una cuarta parte de los adultos estadounidenses encuestados sospechan ahora que podrían padecer esta condición. Los profesores de escuelas y universidades asignan menos libros completos a sus alumnos, en parte porque son incapaces de completarlos. Casi la mitad de los estadounidenses leyeron cero libros en 2023.

La idea de que la tecnología está alterando nuestra capacidad no solo de concentración, sino también de lectura y razonamiento, está calando. Sin embargo, la conversación para la que nadie está preparado es cómo esto puede estar creando otra forma de desigualdad.

Piensa en esto comparándolo con los patrones de consumo de comida basura: a medida que las chucherías ultraprocesadas se han hecho más accesibles e inventivamente adictivas, las sociedades desarrolladas han visto surgir una brecha entre quienes tienen los recursos sociales y económicos para mantener un estilo de vida sano y quienes son más vulnerables a la cultura alimentaria obesogénica. Esta bifurcación tiene una fuerte influencia de clase: en todo el Occidente desarrollado, la obesidad se ha correlacionado fuertemente con la pobreza. Me temo que lo mismo ocurrirá con la marea de la postalfabetización.

La alfabetización a largo plazo no es innata, sino que se aprende, a veces laboriosamente. Como ha ilustrado Maryanne Wolf, académica de la alfabetización, adquirir y perfeccionar una capacidad de “lectura experta” de formato largo altera literalmente la mente. Reconfigura nuestro cerebro, aumenta el vocabulario, desplaza la actividad cerebral hacia el hemisferio izquierdo analítico y perfecciona nuestra capacidad de concentración, razonamiento lineal y pensamiento profundo. La presencia de estas características a escala contribuyó a la aparición de la libertad de expresión, la ciencia moderna y la democracia liberal, entre otras cosas.

Los hábitos de pensamiento formados por la lectura digital son muy diferentes. Como muestra Cal Newport, experto en productividad, en su libro de 2016, Céntrate, el entorno digital está optimizado para la distracción porque diversos sistemas compiten por nuestra atención con notificaciones y otras exigencias. Las plataformas de las redes sociales están diseñadas para crear adicción, y el mero volumen de material incentiva intensos “bocados” cognitivos de discurso calibrados para la máxima compulsividad por encima del matiz o el razonamiento reflexivo. Los patrones de consumo de contenidos resultantes nos forman neurológicamente para hojear, reconocer patrones y saltar distraídamente de un texto a otro, si es que acaso utilizamos nuestros teléfonos para leer.

Cada vez más, el acto mismo de leer apenas parece necesario. Plataformas como TikTok y YouTube Shorts ofrecen una fuente inagotable de fascinantes videos cortos. Estos se combinan con memes visuales, noticias falsas, noticias reales, ciberanzuelos, desinformación a veces hostil y, cada vez más, un torrente de contenido basura generado por inteligencia artificial. El resultado es un entorno mediático que parece el equivalente cognitivo del pasillo de la comida basura y al que es tan difícil resistirse como a esos coloridos y poco saludables empaques de golosinas.

Un liberal clásico podría replicar: claro, pero al igual que con la comida basura, depende del individuo tomar decisiones saludables. Sin embargo, lo que esto no tiene en cuenta es que, al igual que los efectos negativos sobre la salud del consumo excesivo de comida basura, los daños cognitivos de los medios digitales serán más pronunciados en la parte inferior de la escala socioeconómica.

Ya estamos viendo indicios de eso. Como señala Wolf, desde hace mucho tiempo la alfabetización y la pobreza están correlacionadas. Ahora los niños pobres pasan más tiempo al día frente a las pantallas que los ricos: en un estudio de 2019, cerca de dos horas más al día para los preadolescentes y adolescentes estadounidenses cuyas familias ganaban menos de 35.000 dólares al año, en comparación con sus compañeros cuyos ingresos familiares superaban los 100.000 dólares anuales. Las investigaciones indican que los niños que están expuestos a más de dos horas al día de tiempo de pantalla recreativo tienen peor memoria de trabajo, velocidad de procesamiento, niveles de atención, habilidades lingüísticas y función ejecutiva que los niños que no lo están.

Sin rodeos: tomar decisiones cognitivas saludables es difícil. En una cultura saturada de formas de entretenimiento más accesibles y absorbentes, la alfabetización prolongada puede convertirse pronto en dominio de subculturas de élite.

Las élites, los grupos religiosos y los conservadores ya están adoptando límites autoimpuestos al uso de la tecnología. Entre 2019 y 2023, se abrieron en Estados Unidos más de 250 nuevas escuelas clásicas, muchas de ellas cristianas, con una ética centrada en la alfabetización de “grandes libros” de formato largo. Abundan las nuevas guías e iniciativas de esta multitud, como el reciente libro The Tech Exit: a Practical Guide to Freeing Kids and Teens From Smartphones, de Clare Morell, miembro de un grupo de reflexión conservador.

No solo se trata de conservadores. Figuras notables de la tecnología como Bill Gates y Evan Spiegel han hablado públicamente de frenar el uso de pantallas de sus hijos. Otros contratan niñeras a las que exigen que firmen contratos de “no teléfono”, o envían a sus hijos a escuelas Waldorf, donde esos dispositivos están prohibidos o fuertemente restringidos. Aquí la tijera de la clase social está muy afilada: la mayoría de las escuelas clásicas son instituciones de pago. Proteger a tus hijos del uso excesivo de dispositivos en la Escuela Waldorf de la Península te costará 34.000 dólares al año en los cursos de primaria.

Muchos estados de Estados Unidos, entre ellos California, están restringiendo el uso de celulares por parte de los alumnos, lo que en teoría debería igualar las condiciones. Pero es optimista suponer que esas normas se aplicarán con la misma determinación en las escuelas privadas de salones pequeños con menos estudiantes que en las escuelas públicas masivas, por no hablar de los hogares de estos estudiantes.

Incluso más allá de Silicon Valley, algunas personas limitan la estimulación digital (como las redes sociales o los videojuegos) durante periodos de tiempo determinados como parte de la práctica de superación personal del ayuno de dopamina.

El enfoque ascético de la salud cognitiva sigue siendo un nicho y se concentra entre los ricos. Pero a medida que las nuevas generaciones lleguen a la edad adulta sin haber vivido nunca en un mundo sin celulares, podemos esperar que la cultura se estratifique cada vez más. Por un lado, un grupo relativamente pequeño de personas conservará, y desarrollará intencionadamente, la capacidad de concentración y razonamiento de larga duración. Por otro, una población general más amplia será efectivamente postalfabeta, con todas las consecuencias que ello implica para la claridad cognitiva.

¿Qué ocurrirá si esto se cumple plenamente? Un electorado que ha perdido la capacidad de pensar largo y tendido será más tribal, menos racional, en gran medida desinteresado por los hechos o incluso por los registros históricos, estará más movido por las vibraciones que por argumentos convincentes y más abierto a ideas fantásticas y extrañas teorías conspirativas. Si esto te resulta familiar, puede ser una señal de lo lejos que ha llegado Occidente por este camino.

Para los operadores astutos, una población así ofrece nuevas oportunidades de corrupción. Los oligarcas que traten de moldear la política en su beneficio se beneficiarán del hecho de que pocos tendrán la capacidad de atención necesaria para seguir o cuestionar políticas en campos aburridos y técnicos; ahora lo que la mayoría quiere no es una investigación forense, sino un nuevo video corto que “humille” a la otra tribu. Podemos esperar que la clase gobernante se adapte pragmáticamente al declive colectivo de la capacidad racional del electorado, por ejemplo, conservando los rituales asociados a la democracia de masas, al tiempo que desplaza discretamente las áreas políticas clave fuera del alcance de una ciudadanía caprichosa y fácilmente manipulable. Yo no celebro esto, pero nuestra juventud nativa de la red parece no inmutarse: las encuestas internacionales muestran un apoyo decreciente a la democracia entre la Generación Z.

Para que quede claro, no hay razón para que la oportunidad de marginar al electorado o de arbitrar la brecha entre las vibraciones y la política favorezca especialmente al equipo republicano o al demócrata. Este mundo postalfabetizado favorece a los demagogos que saben cambiar entre el lenguaje político de la élite y el lenguaje populista de los memes. Favorece a los oligarcas con destreza en las redes sociales y a los que tienen más seguridad en sí mismos que integridad. No favorece a los que tienen poco dinero, poco poder político y nadie que hable en su nombre."


Mary Harrington es una periodista radicada en el Reino Unido. Es redactora colaboradora de UnHerd y autora de Feminism Against Progress y el libro de próxima publicación, The King and the Swarm.

 

Existen algunos artículos sobre el tema, comparto:
 

"Hace décadas confiábamos en nuestra memoria para recordar numeros de teléfono, usábamos reglas aritméticas manualmente, tablas logarítmicas, o incluso mecánicas de cálculo.

Pero una pregunta persiste:

¿Hasta qué punto la tecnología nos libera o nos empobrece cognitivamente?.... ¿Nos estamos haciendo obsoletos?
 


El fenómeno del deskilling (descenso de habilidades)

El término deskilling describe cómo la dependencia excesiva en herramientas - desde robots en líneas de producción hasta la IA - puede erosionar nuestras capacidades profesionales. Hoy, este riesgo se traslada a nuestras habilidades de pensamiento crítico, memoria, creatividad y juicio. ¿Será que no solo nuestra estabilidad cognitiva esta en riesgo y estamos empezando a confiar en la IA y otras tecnologías ciegamente?

Según un estudio de la UNSW Business School, el uso intensivo de IA está relacionado con una menor capacidad de razonamiento a largo plazo. El profesor Frederik Anseel advierte: ( Información detalladas en Fuente 1)

  1. “El riesgo más reciente es que la IA socave habilidades básicas, llamandolo skill decay...”
  2. “Para quienes han dedicado miles de horas a la escritura, el análisis y la lectura, la IA es una herramienta fantástica, un cerebro auxiliar que les permite ser diez veces más productivos. Pero ¿y si nunca hubieran tenido esa práctica? ¿Y si escribir textos con ChatGPT se volviera tan natural que ya no escribieran?”.
  3. "A medida que delegamos más funciones cognitivas a la inteligencia artificial, corremos el riesgo de dejar de ejercitar habilidades fundamentales como el pensamiento crítico, la escritura clara, el análisis y la lectura profunda."
  4. "Para quienes están en formación o en etapas tempranas de su carrera, usar IA sin conciencia puede obstaculizar el desarrollo de habilidades esenciales."

Creamos realidades personales bajo la definición de conversaciones personales / colectivas y si dejamos de escribir y leer confiando en lo que nos dice una tecnología... ¿que pasará?... Si una máquina escribe por nosotros, ¿Seremos conscientes de lo que realmente pensamos?

A nivel humano existe una tendencia a seguir lo que escuchamos, lo que creemos cierto, lo que de alguna forma resuena con nosotros, o lo que se va formando con inteligencia colectiva, es un proceso de consciencia plena el escuchar nuestros propios pensamientos, ideales... ¿Y si exponencialmente la IA piensa por nosotros? esos espacios de conexión personal y con nuestros pensamientos podrían resultar más complejos si no hacemos un uso consciente de la IA.
 

 


El CEO de Mistral AI, Arthur Mensch, coincide en algunos puntos importantes de este debate: ( Información detalladas en Fuente 2)

  1. “El mayor riesgo con la IA no es que reemplace empleos: es que nos vuelva demasiado cómodos, dependientes y, en última instancia, demasiado perezosos para pensar o actuar por nosotros mismos.”
  2. “Cuando las máquinas lo hacen todo por nosotros, corremos el riesgo de perder el impulso de aprender, adaptarnos e innovar. El peligro no es que la IA tome el control, sino que dejemos de intentarlo”
  3. “Enfatiza la importancia de mantener a los humanos activamente involucrados en revisar y criticar los resultados de la IA para preservar el aprendizaje y las capacidades analíticas.”

Sin duda estamos en un momento donde es necesario que los procesos de aprendizaje cambien, en donde nuestro enfoque de agregación de valor en nuestras relaciones personales y de trabajo se cuestión en cuando estamos usando IA y será un momento de inflexión en la sociedad.

Investigaciónes recientes

1.AI Tools in Society: Impacts on Cognitive Offloading and the Future of Critical Thinking: (octubre 2024 a enero 2025) Se realizo un estudio con 666 participantes reveló una correlación negativa fuerte (r: –0.68) entre el uso frecuente de herramientas de IA y las habilidades de pensamiento crítico . Al mismo tiempo, la delegación cognitiva (o cognitive offloading) aumentaba con la frecuencia de uso. En términos mas sencillos : confiamos más y pensamos menos. Correlación negativa: indica que a medida que aumenta una variable, la otra disminuye. En este caso: cuanto más frecuentemente se usa la IA, menor es el nivel de pensamiento crítico observado en los participantes. Este resultado puede hacernos pensar en que:

Las personas que usan muy frecuentemente herramientas de IA (como ChatGPT, copilots, asistentes de escritura, etc.) tienden a pensar menos críticamente por sí mismas.
Podrían estar delegando su juicio, análisis o cuestionamiento profundo, confiando demasiado en lo que la IA entrega sin cuestionarlo ni contrastarlo.
Podremos perder capacidades cognitivas y habilidades humanas si no usamos conscientemente estas herramientas.

2. Investigación del MIT ( Instituto Tecnológico de Massachusetts): (Abril 2025) En un experimento con 54 participantes que escribieron sin y con IAGenerativa. Los que usaron IA presentaron menor actividad cerebral y menos creatividad. Hubo baja retención del contenido y dificultad para recuperar lo escrito, es decir luego del ejercicio, cuando se les pidió que explicaran o recordaran lo que habían creado, tuvieron problemas para reconstruir las ideas, argumentar o incluso parafrasear lo generado por la IA. Definieron el fenómeno como “metacognitive laziness” o pereza metacognitiva.

El “imperativo humano”: equilibrio con propósito
 
Entonces, ¿cómo aprovechamos la IA sin perder lo que nos hace humanos?... ¿deseamos quedar obsoletos o parar con esta posible realidad a futuro?

  1. Diseña IA que desafíe, no que responda: herramientas IA que pregunten antes de entregar, promoviendo reflexión .
  2. Sistema de revisión humana obligatorio: antes de enviar, pregunta: ¿entiendo esto? ¿Lo puedo argumentar?
  3. Reserva momentos “sin IA”: como en tiempos de teléfonos físicos y concursos mentales. Ejercita memoria, cálculo manual o brainstorming sin pantallas.
  4. Potencia habilidades esenciales: pensamiento crítico, juicio ético, creatividad en el contexto de generar ideas , soluciones y expresiones originales y útiles que están conectadas con el entorno que conocemos y vivimos sin ayuda de asistentes, aumentar nuestra capacidad de síntesis, escribir sin IA, hacer cálculos manuales, leer sin ayuda de herramientas automáticas, reflexionar antes de delegar nuestras actividades a herramientas IA y conectar con todo aquello que nos apasiona de manera genuina para potenciar nuestras capacidades autenticas.


Llamado a líderes y estrategas

No basta con adoptar IA: hay que hacerlo con intención estratégica y auto-cuidado cognitivo.

Las organizaciones que escalen tecnología sin fortalecer cultura y mente humana perderán su verdadera ventaja: su capacidad de innovación y adaptación.

Siento como parte de mi propósito personal acompañar equipos a diseñar esa human+AI inteligente, empática y adaptativa, donde la tecnología potencia, no anula, nuestra inteligencia.

Te invito a reflexionar con este desafío:

¿Cómo equilibras estos avances con tu bienestar intelectual y salud mental?

¿Qué prácticas puedes implementar hoy para proteger lo más valioso: nuestra mente?

Porque el futuro del trabajo no es entre humano o máquina. Es humano y máquina.

Y depende del equilibrio que decidamos construir de manera consciente."
 

 

Etna Estrella

Gestión y Planificación Tecnológica, Agility Coach, Consultora de Cambio Organizacional y Transformación Digital en contextos de agilidad e innovación.


 



"La lectura no es una habilidad con la que nacemos: son circuitos cerebrales que la humanidad tardó miles de años en desarrollar y perfeccionar. Decodificar letras, símbolos y significados transformó nuestros cerebros y creó algo que no existía cuando surgió nuestra especie. 
 
La neurocientífica Maryanne Wolf, autora del libro “El cerebro lector”, profundiza sobre este tema y advierte que nuestra capacidad de lectura profunda está en riesgo debido a nuestros hábitos digitales. 
 
En este video te contamos cómo la lectura transforma nuestro cerebro y qué riesgos pueden surgir debido al exceso de la pantallas...."

 
En primera persona
 
Jorge está disfrutando de una temporada en la playa en Same, Esmeraldas, playa sin presencia de viajeros.

 





Saludamos en Quito, en julio 2025 en el IESS, realizando un trámite para el pago de nuestra liquidación en la UCE.


 

domingo, 27 de julio de 2025

BBC ¿Cómo hizo Madoff?, Estafa Piramidal Ponzi, 2009/09/02


¿Cómo hizo Madoff?


La Comisión de Valores de los EE.UU. (SEC, por sus siglas en inglés) reconoció que fue “incompetente” al investigar los negocios de Bernard Madoff, el banquero que defraudó más de US$65.000 millones mediante un esquema de inversión tipo pirámide, el mayor de la historia.

La SEC presentó este miércoles un informe interno sobre las fallas del organismo para detectar las operaciones fraudulentas que Madoff mantuvo entre fines de los 80 y el 2008, cuando confesó.

En su informe, la SEC reconoce que “recibió una más que amplia información en la forma de quejas sustantivas y detalladas durante años (…) Seis quejas importantes que levantaron alertas rojas” pese a lo cual “una examinación a fondo y competente nunca fue realizada”.

Pese a que el equipo de funcionarios que manejó las investigaciones sobre Madoff era “inexperimentado” - según es calificado en el reporte - “inmediatamente lo capturó en mentiras y falsificaciones (pero) fallaron en hacerle seguimiento a esas inconsistencias”.

Mea culpa

El informe interno es la mayor investigación hecha hasta ahora en la agencia encargada de supervisar las operaciones que se realizan en los mercados de valores estadounidenses.

Pese a que la agencia quedó en entredicho tras la detección del gigantesco fraude en diciembre pasado, la SEC no había respondido a las acusaciones de incompetencia y hasta de complicidad que se le han hecho.

En febrero pasado, Harry Markopolos, un ex ejecutivo de Wall Street, acusó a la SEC de haber ignorado sus denuncias para desenmascarar el fraude de Madoff.

“Los hombres de la SEC poseen el rugido de un ratón y la mordedura de una pulga (…) eran demasiado lentos, demasiado jóvenes y demasiado mal instruidos” aseguró Markopolos ante un comité del Congreso que investigaba el caso.

En esa ocasión Markopolos aseguró que durante nueve años trató de convencer a las autoridades luego de que él mismo fracasara en montar una operación financiera que tuviera los mismos niveles de utilidad que la de Madoff.

A pesar de todo eso, el inspector general de la SEC, David Kotz, responsable del informe presentado este miércoles, asegura que no hay evidencia de ningún vínculo impropio entre los investigadores y Madoff.

Pero especialistas de mercados que hablaron con BBC Mundo desde Nueva Yortk bajo condición de anonimato estiman que en el caso Madoff la explicación estaría, no en la falta de controles, sino en las “debilidades humanas de quienes los ponen en práctica”, sugiriendo algún tipo de conducta irregular por parte de los agentes federales.

Remedios futuros

Madoff se declaró culpable en marzo pasado, tras ser arrestado en diciembre por información que suministraron a las autoridades sus propios hijos. En junio fue condenado a 150 años de prisión en una cárcel de Carolina del Norte.

Su fraude dejó en la ruina a miles de personas, bancos, fundaciones privadas, centros de estudios y hasta caridades de todo el mundo.

Grandes fortunas personales desaparecieron y muchas empresas fueron a la quiebra, mientras algunas organizaciones caritativas tuvieron que cerrar sus puertas causando un gran perjuicio a las comunidades que atendían.

“Es una falla que seguimos lamentando y una que nos ha llevado a reformar de muchas maneras cómo regulamos los mercados y protegemos a los inversionistas”, dijo en un comunicado posterior a la presentación del informe la presidenta de la SEC, Mary Shapiro, quien asumió el cargo pocas semanas después del arresto de Madoff.

La SEC parece estar siguiendo la ruta trazada por el secretario del Tesoro de los EE.UU., Timothy Geithner, quien ha propuesto al Congreso expandir la capacidad de supervisión federal del mercado financiero, incluyendo a instituciones que hasta ahora están fuera de esos controles.

Aunque el caso Madoff ha dejado importantes enseñanzas para los supervisores, algunos piensan que –con todo y este primer informe de la SEC- todavía hay detalles importantes que explicar sobre cómo se logró mantener una operación tan grande por tanto tiempo. 

 



Sobre Madoff existe una película 
 

 


 

 

 



La rocambolesca vida de Carlo Ponzi, el negociante italiano que inventó la estafa piramidal


Centenares de personas que esperaban ansiosas con su dinero en la mano debieron regresar a sus casas decepcionadas cuando él anunció que no seguiría recibiendo depósitos. Para entonces, este italiano que había emigrado a Estados Unidos con los bolsillos casi vacíos se había convertido en un millonario.

"Llegué a este país con US$2,50 en efectivo y US$1.000.000 en esperanzas y esas esperanzas nunca me abandonaron", le dijo Carlo Ponzi a finales de julio de 1920 al diario The New York Times.

Por aquellos días, ese carismático empresario se vio envuelto en una gran polémica: las autoridades habían abierto una investigación en torno a su empresa, la Security Exchanges Company, para tratar de entender cómo en el plazo de unos 7 meses Ponzi había recibido millones de dólares por parte de miles de inversores y, sobre todo, cómo era capaz de ofrecerles un interés de 50% en el plazo de 90 días.

La información sobre la apertura de la investigación causó gran revuelo en Boston. Hubo conatos de disturbios y hasta algunas personas resultaron heridas en una oportunidad cuando la masa intentó entrar a la fuerza en las oficinas de la empresa para exigir la devolución de sus fondos.

Miles de inversores nerviosos empezaron a apilarse cada mañana frente a las oficinas de Ponzi, quien en menos de una semana logró calmar las aguas y transformar las dudas en seguridad y simpatía.

El día que las autoridades anunciaron la investigación sobre los negocios de Ponzi, el empresario compareció públicamente junto al fiscal de distrito, dijo que daría todo su apoyo al procedimiento y ofreció garantías de que pagaría hasta el último centavo.

En aquel primer momento, estimó las acreencias de su empresa en unos US$3.500.000 y dijo haber acumulado una fortuna de US$8.500.000, por lo que -aseguraba- que tenía dinero de sobra para cubrir las inversiones y aún quedar con una buena fortuna.

Explicó que su negocio se basaba en sacar provecho de las diferencias en el precio de unos cupones de correo postal internacional, que se vendían en distintos países. La idea era convertir los dólares que obtenía de los inversionistas en divisas depreciadas como la lira italiana y con ese dinero adquirir los cupones a un menor precio.

Estos eran enviados a un país con moneda más fuerte donde eran cambiados por estampillas -cuyo valor de uso era superior al que se había pagado por el cupón original- las cuales a su vez eran convertidas en efectivo.

Aseguraba que el ciclo completo de la operación duraba unos 45 días y que, en ocasiones, podía obtener ganancias de hasta 400%.

Mago de las relaciones públicas

Durante los días que duró la corrida contra su empresa, Ponzi llegaba cada mañana impecablemente trajeado a bordo de su Locomobile, el auto más costoso del momento.

Con una gran sonrisa saludaba a las personas que estaban en la cola y les pedía que no se impacientaran pues todas podrían cobrar su dinero, no solamente aquellos que tenían pagarés vencidos sino incluso aquellos que simplemente querían recuperar su inversión sin esperar a los 90 días de plazo.

En sus declaraciones le advertía a los inversores que no cayeran en manos de los "especuladores" que, aprovechándose del nerviosismo imperante, querían comprarles sus pagarés a un precio reducido para luego cobrarlos ellos y quedarse también con los intereses de 50%.

Ponzi, además, hablaba en contra de las grandes instituciones financieras y anunciaba planes para revolucionar ese sector, creando un banco en el cual los dividendos se repartieran 50% a los inversores y 50% a los ahorristas.

Además apuntaba sobre la posibilidad de incursionar en la política, una vez que obtuviera la ciudadanía estadounidense, para ayudar a los desprotegidos. Decía que si llegaba a ganar US$100 millones se quedaría solamente con un millón y dedicaría el resto a la caridad.


También era hábil con los aparentemente pequeños gestos.

Uno de esos días, cuando había miles de personas haciendo fila para retirar el dinero de su empresa, ordenó repartir gratis perro caliente y café entre quienes esperaban. Entonces, muchos decidieron marcharse y dejar sus fondos en manos de Ponzi hasta que vencieran los 90 días acordados.

En menos de una semana, las colas de personas deseosas de recuperar sus inversiones se desvanecieron y el empresario se había convertido en una celebridad.

"Luego de una semana de investigación sobre Ponzi, el interés público sobre el hombre y sus actos permanece inalterable. Es seguido por centenares de personas dondequiera que aparece en la calle y lo saludan como a un héroe", reseñó el 1 de agosto de 1920 el diario The New York Times.

"Aunque la auditoría federal sobre sus registros contables apenas ha empezado, sus admiradores lo ven como si ya hubiera sido reivindicado y están impacientes para que vuelva a recibir fondos.

"Empleados de tiendas por departamento, fábricas y grandess plantas han juntado su dinero y están impacientemente esperando la oportunidad de invertir el dinero con Ponzi, en su esquema de 50% en 45 días", agregó el diario estadounidense.

El nombre del fraude

Pero la calma duraría poco tiempo.

Menos de dos semanas más tarde, la auditoría federal reveló que la Security Exchanges Company enfrentaba acreencias por, al menos, US$7.000.000.

Ponzi, quien aún afirmaba disponer de unos US$4.000.000, admitió no poder hacer frente a sus deudas.

Entonces, las autoridades formularon cargos en su contra señalando que, desde el principio, él sabía que no iba a poder pagar y que, de hecho, nunca negoció con cupones de correo internacional.

La operación que Ponzi había iniciado en diciembre de 1919 con la recepción durante ese mes de unos US$870 por parte de unos 15 inversionistas, vertiginosamente había derivado en la captación masiva de fondos que se estimaban en hasta US$250.000 al día y que obligaban a la Security Exchanges Company a emplear a unas 16 personas que se encargaban de hacer el registro de los ingresos y de guardar el dinero en gabinetes y hasta en cestas de la basura.

Se estimaba que unos 40.000 inversionistas le confiaron entre US$15.000.000 y US$20.000.000 (unos US$251.000.000 de los actuales ajustados por la inflación).

Muchas de estas personas de todas las nacionalidades y niveles de vida, acudieron a la Fiscalía para buscar justicia después de haberle entregado "hasta el último centavo" de sus ahorros.

Según descubrieron las autoridades, el "negocio" de Ponzi había consistido en pagar los intereses de los viejos inversores con los depósitos de los nuevos, en una suerte de fraude piramidal que, desde entonces, se conoce globalmente con su nombre "el esquema Ponzi".

Dos días más tarde, el "empresario" entró en prisión, algo que lo protegió de que alguno de los muchos inversores furiosos que querían su cabeza lo matara.

La obsesión de un delincuente

Ponzi fue condenado a 5 años de cárcel en una prisión federal, de los cuales solamente cumplió 3 y medio.

Durante ese tiempo estuvo enviando tarjetas de Navidad a miles de sus acreedores, a quienes prometía devolver el dinero una vez recuperara su libertad.

Cuando llegó ese momento, sin embargo, le aguardaba una nuevo juicio por hurto mayor en Massachusetts.

Tras ser condenado, apeló a la sentencia y aprovechó su libertad para viajar a Florida, donde intentó vender tierras pantanosas. Por esto fue juzgado nuevamente y condenado por fraude.

Ponzi escapó a Texas pero fue capturado y reenviado a Massachusetts, donde permaneció preso hasta 1934, cuando fue deportado a Italia.

Terminaba entonces, al menos hasta donde se sabe, su carrera criminal que no había comenzado en Estados Unidos sino en Canadá.

Entre 1911 y 1912, Ponzi pasó 20 meses en una cárcel de Montreal por haber falsificado un cheque en un episodio en el que aparentemente hay varias claves sobre lo que vendría después.

Según cuenta su biógrafo Mitchell Zuckoff, las perspectivas de triunfar en el nuevo continente que tenía Ponzi cuando llegó a Boston en 1903 eran muy pocas.

En aquel momento tenía 20 años de edad, no sabía inglés ni tenía ninguna habilidad destacada y, para colmo, consideraba un orgullo el no haber tenido que trabajar ni un solo día de su vida.

Ponzi había crecido en la localidad de Lugo, en el norte de Italia en el seno de una familia modesta que, a costa de hacer sacrificios para ahorrar parte de los ingresos de su padre -que trabajaba repartiendo correo y vendiendo estampillas-, logró enviarlo a la Universidad de Roma.

En lugar de estudiar, el joven Carlo se dedicó a salir de juerga y pronto tuvo que volver a casa sin título ni dinero. Entonces, su familia acordó enviarle al otro lado del Atlántico.

Tras dedicar sus primeros años a trabajar como camarero o friegaplatos en distintas ciudades de la costa este, Ponzi obtuvo un trabajo en un banco que era propiedad de unos italianos en Montreal.

Según Zuckoff, fue en aquella época cuando comenzó a pensar en "otras formas" de ganar dinero.

Luego de ser condenado por falsificar un cheque fue enviado a prisión, donde estuvo trabajando en la oficina de correo.

El que fue su supervisor lo describió luego como un joven muy inteligente y amable que tenía un don para los números. Sin embargo, también apuntó que tenía una "obsesión por planificar golpes financieros".

Aparentemente, Ponzi logró superar ese defecto en los años finales de su vida, cuando se fue a trabajar en una línea aérea italiana en Brasil.

La compañía cerró debido al inicio de la II Guerra Mundial y, entonces, él intentó ganarse la vida montando un puesto de ventas de perros calientes que fracasó.

Posteriormente, obtuvo algunos ingresos dando clases de inglés y francés, lo que apenas le daba para sobrevivir.

El 18 de enero de 1949, hace ahora 7 décadas, murió en una sala de beneficencia de un hospital de Río de Janeiro.

Tenía 66 años y estaba completamente arruinado. "

 

sábado, 7 de junio de 2025

BBC Por qué algunos expertos creen que la inteligencia artificial ya cobró conciencia




 
Pallab Ghosh
Título del autor,Corresponsal de Ciencia, BBC News

26 mayo 2025

"Entró a la cabina con cierta inquietud. Estoy a punto de ser sometido a una iluminación estroboscópica mientras suena una música.

Es parte de un proyecto de investigación que intenta comprender qué nos hace verdaderamente humanos.

Es una experiencia que recuerda a la prueba de la película de ciencia ficción Blade Runner, la cual fue diseñada para distinguir a los humanos de los seres creados artificialmente que se hacen pasar por humanos.
 
 
¿Podría yo ser un robot del futuro y no saberlo? ¿Pasaría la prueba?

El dispositivo, que llaman la Dreamachine, está diseñado para estudiar cómo el cerebro humano genera nuestras experiencias conscientes del mundo.

Cuando comienza la luz estroboscópica, y aunque tengo los ojos cerrados, veo patrones geométricos bidimensionales arremolinados.

Es como saltar a un caleidoscopio, con triángulos, pentágonos y octágonos en constante cambio. Los colores son vivos, intensos y cambiantes: tonos rosas, magentas y turquesas, que brillan como luces de neón.

La Dreamachine saca a la superficie la actividad interna del cerebro con luces intermitentes, con el objetivo de explorar cómo funcionan nuestros procesos de pensamiento.
 

Según los investigadores, las imágenes que estoy viendo son únicas y corresponden a mi propio mundo interior. Creen que estos patrones pueden arrojar luz sobre la conciencia.

Me oyen susurrar: "Es precioso, absolutamente precioso. ¡Es como volar a través de mi propia mente!"

La Dreamachine, en el Centro de Ciencia de la Conciencia de la Universidad de Sussex, en Reino Unido, es solo uno de los muchos nuevos proyectos de investigación en todo el mundo que investigan la conciencia humana: la parte de nuestras mentes que nos permite ser conscientes de nosotros mismos, pensar y sentir y tomar decisiones independientes sobre el mundo.

Al aprender la naturaleza de la conciencia, los investigadores esperan comprender mejor lo que está sucediendo dentro de los cerebros de silicio de la inteligencia artificial.

Algunos creen que los sistemas de IA pronto se volverán conscientes de forma independiente, si es que no lo han hecho ya.

Pero ¿qué es realmente la conciencia y qué tan cerca está la IA de obtenerla?

¿Y esa creencia de que la IA pueda llegar a ser consciente por sí misma podría cambiar fundamentalmente a los humanos en las próximas décadas?
 

De la ciencia ficción a la realidad

La idea de la posible existencia de máquinas que tengan sus propias mentes ha sido explorada durante mucho tiempo en la ciencia ficción.

Las preocupaciones sobre la IA se remontan casi 100 años atrás, a la película Metropolis, en la que un robot se hace pasar por una mujer real.

El miedo a que las máquinas se vuelvan conscientes y representen una amenaza para los humanos se explora en la película "2001: odisea del espacio" de 1968, en la que la computadora HAL 9000 ataca a los astronautas a bordo de su nave espacial.

Y en la más reciente película de la saga "Misión imposible", que acaba de estrenarse, el mundo se ve amenazado por una poderosa IA deshonesta, descrita por un personaje como un "parásito digital consciente de sí mismo, autodidacta y devorador de la verdad".




Pero, recientemente, en el mundo real ha habido un rápido punto de inflexión en el pensamiento sobre la conciencia de las máquinas, y voces con credibilidad han expresado su preocupación de que esto ya no sea materia de ciencia ficción.

El cambio repentino ha sido impulsado por el éxito de los llamados grandes modelos de lenguaje (LLM, por sus siglas en inglés: large language models), a los que se puede acceder a través de aplicaciones en nuestros teléfonos como Gemini y Chat GPT.

La capacidad de la última generación de LLM para tener conversaciones plausibles y fluidas ha sorprendido incluso a sus diseñadores y a algunos de los principales expertos en ese campo.

Existe una opinión creciente entre algunos pensadores de que a medida que la IA se vuelva más inteligente, las luces se encenderán repentinamente dentro de las máquinas y se volverán conscientes.

Otros, como el profesor Anil Seth, que dirige el equipo de la Universidad de Sussex, no están de acuerdo y describen la visión como "ciegamente optimista e impulsada por el excepcionalismo humano".

"Asociamos la conciencia con la inteligencia y el lenguaje porque van de la mano en los humanos. Pero el hecho de que vayan juntos en nosotros, no significa que vayan juntos en general, por ejemplo en los animales".


Entonces, ¿qué es realmente la conciencia?


La respuesta corta es que nadie lo sabe.

Eso queda claro en los argumentos bondadosos, pero sólidos, del propio equipo de jóvenes especialistas en IA del profesor Seth, expertos en computación, neurocientíficos y filósofos, que están tratando de responder a una de las preguntas más importantes de la ciencia y la filosofía.

Si bien hay muchos puntos de vista diferentes en este centro de investigación de la conciencia, los científicos están unificados en su método: dividir este gran problema en muchos otros más pequeños a través de una serie de proyectos de investigación, que incluye la máquina Dreamachine.

Al igual que la búsqueda de la "chispa de vida" que hacía que los objetos inanimados cobraran vida se abandonó en el siglo XIX en favor de la identificación de cómo funcionan las partes individuales de los sistemas vivos, el equipo de Sussex ahora está adoptando el mismo enfoque para estudiar la conciencia.
 
 

Esperan identificar patrones de actividad cerebral que expliquen varias propiedades de las experiencias conscientes, como los cambios en las señales eléctricas o el flujo sanguíneo a diferentes regiones.

El objetivo es ir más allá de la búsqueda de meras correlaciones entre la actividad cerebral y la conciencia, y tratar de encontrar explicaciones para sus componentes individuales.

Al profesor Seth, autor de un libro sobre la conciencia, Being You, le preocupa que podamos estar precipitándonos de cabeza en una sociedad que está siendo rápidamente remodelada por el gran ritmo del cambio tecnológico sin suficiente conocimiento sobre la ciencia, o sin pensar en las consecuencias.

"Lo tomamos como si el futuro ya estuviera escrito; que hay una marcha inevitable hacia un reemplazo sobrehumano", dice.

"No tuvimos estas conversaciones lo suficiente con el auge de las redes sociales, en detrimento nuestro. Pero con la IA, no es demasiado tarde. Podemos decidir lo que queramos".


¿La conciencia de la IA ya está aquí?


Hay quienes en el sector tecnológico creen que la IA de nuestras computadoras y teléfonos puede que ya sea consciente, y que deberíamos tratarla como tal.

Google suspendió al ingeniero de software Blake Lemoine en 2022, después de que argumentara que los chatbots de IA podían sentir cosas y potencialmente sufrir.


En noviembre de 2024, un director de bienestar de la IA de la compañía Anthropic, Kyle Fish, fue coautor de un informe que sugería que la conciencia de la IA es una posibilidad realista en un futuro próximo.

Recientemente le dijo a The New York Times que también cree que hay una pequeña posibilidad (15%) de que los chatbots ya sean conscientes.

Una de las razones por las que cree que esto es posible es que nadie, ni siquiera las personas que desarrollaron estos sistemas, saben exactamente cómo funcionan.

Eso es preocupante, dice el profesor Murray Shanahan, científico principal de Google DeepMind y profesor emérito de IA en el Imperial College de Londres.

"En realidad, no entendemos muy bien la forma en que los LLM funcionan internamente, y eso es motivo de preocupación", le dice a la BBC.

Según el profesor Shanahan, es importante que las empresas de tecnología consigan una comprensión adecuada de los sistemas que están construyendo, y los investigadores están analizando eso con urgencia.

"Estamos en una posición extraña de estar construyendo estas cosas extremadamente complejas, una posición en la que no tenemos una buena teoría de exactamente cómo logran las cosas notables que están consiguiendo", señala.

"Por lo tanto, tener una mejor comprensión de cómo funcionan nos permitirá dirigirlos en la dirección que queremos y garantizar que estén seguros".

"La siguiente etapa en la evolución de la humanidad"


La opinión predominante en el sector tecnológico es que los LLM no son actualmente conscientes en la forma en que nosotros experimentamos el mundo, y probablemente no lo sean de ninguna manera.

Pero eso es algo que el matrimonio formado por Lenore y Manuel Blum, ambos profesores eméritos de la Universidad Carnegie Mellon en Pittsburgh, Pensilvania, cree que cambiará, posiblemente muy pronto.

Según los Blum, eso podría suceder ya que la IA y los LLM tienen más entradas sensoriales en vivo del mundo real, como la visión y el tacto, conectando cámaras y sensores hápticos (relacionados con el tacto) a los sistemas de IA.

Están desarrollando un modelo informático que construye su propio lenguaje interno llamado Brainish para permitir que estos datos sensoriales adicionales sean procesados, intentando replicar los procesos que ocurren en el cerebro. 
 

"Creemos que Brainish puede resolver el problema de la conciencia tal como la conocemos", le dice Lenore a la BBC. "La conciencia de la IA es inevitable".

Manuel interviene con entusiasmo para decir que los nuevos sistemas que él cree firmemente que surgirán, serán "la próxima etapa en la evolución de la humanidad".

Los robots conscientes, considera, "son nuestra progenie. Más adelante, máquinas como estas serán entidades que estarán en la Tierra y tal vez en otros planetas cuando ya no estemos".

David Chalmers, profesor de Filosofía y Ciencia Neural en la Universidad de Nueva York, definió la distinción entre la conciencia real y la aparente en una conferencia en Tucson, Arizona, en 1994.

Expuso el "problema difícil" de averiguar cómo y por qué cualquiera de las complejas operaciones del cerebro da lugar a la experiencia consciente, como nuestra respuesta emocional cuando oímos cantar a un ruiseñor.

El profesor Chalmers dice que está abierto a la posibilidad de que se resuelva el difícil problema.

"El resultado ideal sería uno en el que la humanidad compartiera esta nueva bonanza de inteligencia", le indica a la BBC. "Tal vez nuestros cerebros estén aumentados por sistemas de inteligencia artificial".

Sobre las implicaciones de ciencia ficción de eso, observa irónicamente: "En mi profesión, hay una delgada línea entre la ciencia ficción y la filosofía".

"Computadoras a base de carne"


El profesor Seth, sin embargo, está explorando la idea de que la verdadera conciencia sólo puede ser alcanzada por sistemas vivos.

"Un argumento sólido puede ser que no es la computación lo que es suficiente para la conciencia, sino estar vivo", plantea.

"En los cerebros, a diferencia de las computadoras, es difícil separar lo que hacen de lo que son".

Sin esta separación, argumenta, es difícil creer que los cerebros "son simplemente computadoras a base de carne".
 
 


Y, si la intuición del profesor Seth sobre la importancia de la vida va por el camino correcto, la tecnología más probable no será hecha de silicio con un código de computación para su funcionamiento, sino más bien consistirá en pequeñas colecciones de células nerviosas del tamaño de granos de lentejas, como las que están actualmente siendo cultivadas en laboratorios.

Llamados "minicerebros" en los reportes de los medios de comunicación, la comunidad científica los denomina "organoides cerebrales" y son utilizados para investigar cómo funciona el cerebro y para las pruebas de drogas.

Una empresa australiana, Cortical Labs, en Melbourne, incluso ha desarrollado un sistema de células nerviosas en una placa que puede jugar al videojuego deportivo Pong de 1972.

Aunque está muy lejos de ser un sistema consciente, el llamado "cerebro en un plato" es espeluznante, ya que mueve una pala hacia arriba y hacia abajo de una pantalla para golpear una pelota pixelada.

Algunos expertos creen que si la conciencia va a surgir, lo más probable es que sea de versiones más grandes y avanzadas de estos sistemas de tejidos vivos.

Cortical Labs monitorea su actividad eléctrica en busca de cualquier señal que pudiese ser algo posiblemente parecido a la aparición de la conciencia.

El director científico y de operaciones de la empresa, el doctor Brett Kagan, sabe que cualquier inteligencia incontrolable emergente podría tener prioridades que "no están alineadas con las nuestras".

En cuyo caso, dice medio en broma, que los posibles jefes de los organoides serían más fáciles de derrotar porque "siempre hay lejía" para verter sobre las frágiles neuronas.

Volviendo a un tono más solemne, Kagan explica que la pequeña, pero significativa amenaza de la conciencia artificial es algo en lo que le gustaría que los grandes actores en ese campo se centraran más como parte de los intentos serios de avanzar en nuestra comprensión científica, pero -asegura- que "desafortunadamente, no vemos ningún esfuerzo serio en este espacio".

La ilusión de la conciencia


El problema más inmediato, sin embargo, podría ser cómo nos afecta la ilusión de que las máquinas son conscientes.

En solo unos años, es posible que vivamos en un mundo poblado por robots humanoides y deepfakes que podrían parecer conscientes, según el profesor Seth.

Le preocupa que no podamos resistirnos a creer que la IA tiene sentimientos y empatía, lo que podría conducir a nuevos peligros.

"Significará que confiemos más en estas cosas, que compartamos más información con ellas y estemos más abiertos a la persuasión".

Pero el mayor riesgo de la ilusión de la conciencia es una "corrosión moral", señala.

"Distorsionará nuestras prioridades morales al hacer que dediquemos más de nuestros recursos al cuidado de estos sistemas a expensas de las cosas reales en nuestras vidas", lo que significa que podríamos tener compasión por los robots, pero que nos preocupemos menos por otros humanos.

Y eso podría alterarnos fundamentalmente, según el profesor Shanahan.

"Cada vez más, las relaciones humanas se van a replicar en las relaciones de IA, se utilizarán como maestros, amigos, adversarios en los juegos de computadora e incluso parejas románticas. Si eso es bueno o malo, no lo sé, pero va a suceder y no vamos a poder evitarlo"."

Fin artículo


 
 

 
 
 

 
 
 
 

 
 
 

 
 
 


Ex-Googler Blake Lemoine Still Thinks AI Is Sentient - with Jay Richards at COSM