"Si no cumples una promesa
pequeña tampoco cumplirás una grande."
La
carretera. Cormac McCarth.
En el mes de Noviembre de 2017, participé como integrante
del tribunal de grado con el Ing.
Salomón Jaya e Ing. Paulina Lima, para recibir la defensa oral del trabajo de
titulación dirigido por el Ing. Efrén Ortiz, a los estudiantes de Ingeniería Civil:
Patricio Nacimba y Danilo Pérez.
El tema Análisis del potencial hidroeléctrico del río Toabunche, provincia de
Imbabura, puede revisar el documento publicado en el repositorio
digital de Universidad.
Los estudiantes presentaron con solvencia
su trabajo de titulación, el tribunal examinó con rigurosidad el trabajo y
formularon preguntas ya elaboradas. Los estudiantes demostraron su nivel de conocimiento,
nunca titubearon.
Finalmente el tribunal deliberó y consideró
que estaban aptos para culminar sus estudios, por lo que se invitó a los estudiantes,
familiares y amigos a continuar con la ceremonia de incorporación.
Cómo es un acto solemne, pedí a los asistentes
que apagaran sus celulares y solicité a la Srta. Secretaria que proceda a dar
lectura al Acta de Grado.
Hasta ese momento, todo normal. Cuando la
Srta. Secretaría se disponía a dar la lectura del Acta, un estudiante dio un
paso al frente y con tono grave, solicitó la palabra.
Indicó que tenía que cumplir una promesa: había
prometido que el día que se graduaba se cortaría una trenza, la que le había
acompañado durante toda su carrera universitaria.
Me percaté, que una trenza le llegaba hasta
su cintura, el espesor un centímetro.
Nos miramos con los miembros del tribunal,
era un hecho atípico, pero asentimos para cumplir con el pedido.
Algún comedido, facilitó una tijera y el
estudiante pidió que por favor la Ing. Paulina Lima, sea quien le corte su
atesorada trenza.
La Ing. Paulina, se armó de valor y procedió
a cortar, en algún momento la tijera se resistía a continuar con su paso por el
pelo. Al fondo el compañero de proyecto, la malicia se refleja en sus ojos.
Finalmente se concluyó con este drama y el estudiante la guardó en la
solapa de su terno, muy próximo a su corazón. Cuantas historias motivaron su compañera de estudios.
Miré de reojo a los padres del susodicho y
esbozaban una sonrisa, al amigo una lágrima que brotaba de su párpado, se deslizó
por su mejilla hasta caer al suelo y mojarnos a todos.
Acto seguido, continuamos con la ceremonia
e incorporamos a estos dos nuevos profesionales.
Con el pasar de los días, sus compañeros se acercan y me comparten anécdotas de las veces que intentaron persuadirle que se corte.
En los pasillos de la Facultad, se comenta
que le obligamos a cortar su trenza como requisito para incorporarle, por lo
que me veo obligado a contar mi versión de los hechos…
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