martes, 23 de junio de 2020

Detrás de cada hombre exitoso, hay una mujer poderosa...que lo empuja


"Un grupo de turistas al visitar una granja de cocodrilos fueron llevados a una estructura flotante en medio de una laguna rodeados de estos peligrosos animales.

El dueño de la granja de cocodrilo lanzó un desafío a todos sus invitados: "Quien se atreva a saltar, nadar hasta el borde y sobrevivir, será galardonado con 1 millón de dólares".

El silencio fue ensordecedor y nadie se atrevió a moverse. 

De repente, un hombre saltó al agua. Desesperadamente nado hacia la orilla mientras era perseguido por los cocodrilos. Con enorme suerte, salió de la laguna llevándose la total admiración de los otros compañeros.

El dueño de la granja de cocodrilos anunció: "Increíblemente tenemos un valiente ganador". Después de cobrar su recompensa y que todo había terminado, la pareja volvió al hotel. Al llegar el gerente del establecimiento le dijo: Lo felicito, fue muy valiente de su parte saltar.

El hombre contesto: ¡Yo no salté, alguien me empujo!

Su esposa sonrió y fríamente dijo: "Sépalo bien: todo, todo lo que este hombre ha logrado ha sido gracias a que siempre lo he empujado"

Moraleja:

"Detrás de cada hombre exitoso, hay una mujer poderosa...que lo empuja"."

Anónimo





A manera de corolario, también de autor anónimo
 
 

 

"Mientras probaba la potencia de mi moto en la carretera Panamericana, una vaca se me atravesó y al esquivarla perdí el control, fui a parar a una zanja y sufrí varios raspones. Adolorido, me arrastré hasta la orilla de la carretera para pedir ayuda.

Se detuvo un auto rojo, de donde bajó una mujer muy guapa con un generoso escote y me preguntó:

- ¿Estás bien? Vamos, sube, te llevo a casa. Voy a curar tus heridas.

- ¡No creo que a mi esposa le vaya a gustar esto! - le dije.

- No te preocupes. Soy enfermera y te voy a revisar.

Yo aún estaba un poco agitado y asustado, así que subí al auto pero insistí:
- ¡No creo que a mi esposa le vaya a gustar esto!. Creo que debería avisarle.

Pero la chica se veía buena persona así que accedí.

Cuando llegamos a su casa, ella me revisó detenidamente y limpió mis heridas. Me ofreció un whisky y luego de tomarnos un par, volví a insistir:

- ¡No creo que a mi esposa le vaya a gustar esto!

La mujer amable que además  estaba muy buena, me dijo:

- No te preocupes, quédate aquí otro rato, vamos a acabarnos la botella. Ella no se dará cuenta.

Después de un rato me preguntó:   -¿Dónde está tu esposa ahora?

Entonces yo le dije:
- Me imagino que  sigue en la zanja.."
 


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