Cuando el Auquitas sea campeón
Cuando el Auquitas sea campeón,
Esa tarde soñada,
Y de toda esa gente que
PD A Beto autor del video, le conozco.
"Un auquista lo puede soportar todo. Y por eso tengo que ofrecer disculpas: este artículo estará en primera persona, lo que es un agravio a las buenas prácticas del periodismo. Pero no se puede escribir de otra manera, no en este momento; hay que ser un auquista para entenderlo. Y muy probablemente ni los auquistas lo entendamos del todo.
Muchas veces me han preguntado por qué soy hincha del Aucas. Algunos, incluso, me han mirado con piedad, como aquel paramédico que me socorrió por una intoxicación de gas. Al ver la casa llena de objetos del Aucas, dijo: “me parece intento de suicidio”. Este chiste no es original; es uno común para todos los que alentamos a un equipo que tiene una larga historia de derrotas, de descensos y ascensos repetidos.
A todos les digo que soy hincha por mi padre, Oswaldo. Y tengo que escribir su nombre porque también tengo esa misión de ir al estadio esta noche con su foto y recordar aquellos días de mi infancia cuando iba al Atahualpa de su mano. Y con él, los Pablos, Raúles, Wilsons, Maritzas, Rosarios o Lauras, y todos los nombres posibles que nos legaron este particular sentimiento, aunque nunca vieran al Aucas campeón nacional y cuyos rostros estarán presentes en carteles y banderas.
Mi viejo, por cierto, decía que todo quiteño en camiseta y calzoncillo es hincha del Aucas. A este paso, podría decir que todo ecuatoriano. Vamos, no es que sean hinchas, pero -algo insólito en el mundo del fútbol- pocos odian a este club; es el más entrañable del país, que fue un grande en el amateurismo, que se ganó el mote de ‘Ídolo del pueblo’, de ‘Papá’… Y a un padre, se sabe, es casi imposible odiar. No hay persona en el país que no sentirá alegría si sale campeón por primera vez. Incluso muchos barcelonistas han dicho que, si bien quieren ganar, no les molestaría si Aucas triunfara.
Muchas veces me he preguntado qué habría sido del Aucas si hubiese tenido otra suerte. Quizá hubiera sido como Barcelona, Colo Colo o Boca Juniors, equipos de idolatría popular, al que se lo odia en igual medida y que cuenta con una buena lista de títulos.
Sin embargo, Aucas es un ídolo desdichado y eso es duro en un mundo de ‘winners’ y ‘losers’. Era obvio que muchos hijos de auquistas migraran hacia otros equipos. Es muy común que aquellos que me hacen esa pregunta de siempre digan también: “mi mamá es del Aucas, pero yo soy de…”. Y en ese momento solo quedan ganas de decir que eso es de mal hijo o tener el ánimo de querer ser un buen burgués.
Y esto no es broma. El fútbol es una invención moderna producto del capitalismo. La expansión industrial británica lo desplegó por el mundo. Y no hubo que esperar mucho para que las ciudades se partieran en dos: por un lado el equipo de los ricos, por el otro, el de los trabajadores. Entre ambos se genera una tensión y se forman los clásicos: Boca-River, Barcelona-Emelec, Aucas-LDU. Son representaciones simbólicas; no quiere decir que en todos esos equipos solo haya pobres o ricos.
Ser auquista es un modo de ser quiteño (la Liga, su contraparte). Es el sentimiento popular y su correspondiente estética. Se lo identifica con el sur de la ciudad, a donde la Virgen de El Panecillo no mira. Es bohemio: bebe gane, empate o pierda. La casa, el estadio, está inacabada, pero no importa: es nuestra; ahí estamos cómodos y orgullosos. Ha sufrido mucho, demasiado, y sus alegrías han sido modestas, pero siempre tan queridas y recordadas.
¿Qué pasará hoy? En fútbol todo es posible. Puede perder o ser campeón. Serán 90 minutos intensos y el auquista mostrará, como lo ha hecho siempre, que lo puede soportar todo."
Mis amigos Hinchas del Aucas, sonrien.
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