sábado, 16 de diciembre de 2017

Qué pequeño es el mundo

 

 
Eventualmente solicito un taxi para movilizarme en San Rafael, los señores taxistas son muy amables, con algunos somos conocidos y conversamos de temas variados y posiblemente conocen que soy docente universitario.

Luis, un amigo taxista, me comentaba que el aspirante a galán de su hija estaba desarrollando su proyecto de titulación. Su señorita hijita también estaba próxima a culminar sus estudios.

Yo le comentaba que con mis estudiantes tesistas, como una forma de coordinar el avance de sus trabajos y tutorías utilizaba mi Aula Virtual y también   Facebook, un Grupo Tesistas. Tengo un sitio en mi blog, donde publico los Proyectos Académicos de titulación en proceso y los finalizados.

Cuando utilizaba el taxí de Luis, un tema obligado de conversación era el avance del trabajo de titulación de su futuro yerno, aspirante a Ingeniero Informático,  y yo de mis alumnos. 

En una ocasión, un lunes, Luis me comentó que su hija apoyaba a su novio (el galán había sido ascendido) en el avance de la tesis, pero que tenía problemas para ubicar al tutor y si podía ayudarle para que culmine pronto los estudios.

En cambio, yo le indicaba que tenía un alumno que lo había perdido en acción, por cuanto había empezado a trabajar: deseaba casarse.

Le pregunté que me indique el nombre del estudiante y del tutor para consultar sobre la situación, qué duda cabe que conozca a mi colega docente. Luis no sabía el nombre del Tutor y me indicó que el tesista se llamaba: Cristóbal Morales.

Para mi asombro,  este era el nombre de mi alumno extraviado. Le recordé mi nombre y le pedí que le indique a Cristóbal que le enviaba un cordial saludo, que había agendado una tutoría para el viernes a las 8:00 y que apreciaría mucho que presente ya el trabajo final. Sobre el tema del matrimonio de su hija, mi amigo Luis no lo sabía, por lo que actuaría de la manera más cauta.

Cristobalito, asomó sonreído y puntual. Por supuesto con su avance: el tercer capítulo de su proyecto. Revisamos el cronograma y le indiqué que para culminar una tesis de tercer nivel, solo se necesitaba 8 fines de semana, alejado del mundo y centrado en acometer con tesón la tarea para culminar el trabajo. También me indicó, que lo del matrimonio era una aspiración suya y que debía consultar con su novia si estaba en sus planes.

Cristobalito, cada semana asistía puntual, a presentar su avance. Revisaba el documento y sistema, solicitaba las correcciones y establecíamos los compromisos para la siguiente reunión. Mi estudiante deseaba culminar sus estudios.

Al mes de nuestra última conversación utilicé los servicios del Taxi de Luis, quién me contó la otra versión de los hechos: su hijita practicaba artes marciales y se había enterado de los planes de Cristóbal.

Al segundo mes Cristóbal  finalizó su trabajo, cumplir con control Antiplagio Urkund, como evidencia el informe favorable. Luego debía considerar: un mes más para, trámite de lectores, proceso administrativo, presentación de la defensa oral y graduación.

El 2015, el día del grado, se presentó una reunión imprevista y no pude participar, por coincidencia pude saludar con Luis, por supuesto con  Cristóbal, ya como colega: Ingeniero Informático. Nuevamente otra coincidencia, que me llamo como su padre: César Morales, ratifico: Qué pequeño es el mundo.

Tengo unas palabras cuando participo en ese acto, disponible en: Palabras sueltas para brindis

Puede revisar el documento del trabajo de titulación en el Repositorio digital de la Universidad: Análisis, diseño y desarrollo de un sistema de evaluación para la acreditación del Instituto de Investigación y Posgrado de la Facultad de Ingeniería, Ciencias Físicas y Matemática

Cambiando de tema y sobre el origen de esta publicación. 

Mi amigo Luis, me continua ayudando con su taxi. El 2017/12/12, conversamos entre otros temas sobre Cristóbal y me pidió si podía compartir esta historia, por cuanto en su familia se ha convertido en una anécdota.  Acto seguido le solicité su número de celular para enviarle el link  por WhatsApp.

Yo estaba sentado en el puesto del copiloto y mis hijos, ahora universitarios en la parte posterior. Le llamé, en baja voz le indiqué que era un cliente que precisaba de sus servicios, me indicó con mucho gusto podía servir al cliente.

Me regresó a ver, nos indicó en alta voz  que estaba de suerte, tenía otra carrera. Continué hablando a hurtadillas, simulando la contratación de la carrera y Luis requiriendo más información, yo contestando.

Mis hijos se desternillaban de risa, no pude continuar con la broma y confesé que el nuevo cliente era yo, con lo cual reímos todos

Al llegar a nuestro sitio, la Parada de Vingala en El Triangulo, Luis me dijo que esta carrera era cortesía de la casa, agradecimos y nos despedimos.

Yo creo que la pagará Cristobalito. 

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