Cierto día mi esposa solicitó mi contingente para realizar la compra de los víveres en el supermercado en solitario por las regulaciones en tiempo de pandemia, para que compre correctamente elaboró una lista de acuerdo a la distribución en las estanterías según su memoria fotográfica.
Para algún producto específico, envió una foto de la presentación para que lo ubique gráficamente.
Creo que tiene la percepción que no puedo comprar lo que dispone, por eso para ayudarme realiza la lista más específica, detallada y gráfica que uno pueda imaginar. Los memes que circulan, le quedan cortos.
En retrospectiva, solía acompañar a las compras que las hacíamos en familia. Mi esposa seleccionaba los productos de manera muy rigurosa: calidad, precio, fecha de caducidad, su gusto. Nunca tomar el producto que está al frente, se debe tomar el que está más atrás, por cuanto la fecha de caducidad es posterior.
Nuestros
hijos a veces con mi aprobación a hurtadillas colocaban de forma “camuflada” alguna
golosina o en su defecto la ubicaba y luego les delataba que ha sido uno de
ellos, de acuerdo al producto. Por cierto mi esposa también se confabulaba con los hijos para que se den un pequeño gusto.
Tengo una pequeña regla, el que compra selecciona de lo que está disponible en la estantería, como evidencia tomo una foto cuando el producto difiere del que ha sugerido mi esposa.
Recuerdo una vez que en la lista incluía: un litro de pintura blanca, compré tal cual.
Al
llegar a la casa al ver la pintura me solicitó que por favor vaya a cambiar, el producto era
pintura blanca y me indicó un recipiente de muestra. Mis hijos, se esfumaron y me quedé sólo frente a primera dama. Sonrió y susurró a mis oidos que vaya a cambiar ipso facto, que ya la necesitaba la pintura. Me recordó que soy un artista de la pintura y que tenía un lienzo-pared para ser cambiada de color en el menor tiempo posible.
Fui por mis propios medios, a mi no me mandan hago lo que quiero, con todo el humor silvaba tratando de entonar "pintura blanco muestra", un truquito que tengo para recordar el mandado.
En Servicio a Cliente me atendieron, con una sonrisa y me contaron historias de los gustos de las señoras y cómo los esposos regresaban, pusieron una marca en su registro.
Regresé a casita con la pintura blanca hueso, de otra marca por cuanto la de la muestra no la tenían.
Muy amable
me dijo que era blanco hueso satinada, blandiendo de manera sutil y graciosa el recipiente anterior. Sonreí, hice mea culpa y le dije que le
acompañaba con todo gusto para que cambiemos el producto. Me agradeció y le acompañe. La pintura se utilizó luego de un mes.
Una vez pidió que compre Cloruro de magnesio, por un desliz mío el que llevé había sido de una marca diferente. En otra oportunidad probamos encebollado por cuanto me equivoque en la presentación del atún. Eventualmente suelo incluir en la compra algún producto innovador o algo que considero de utilidad para sobrevivir, como una parrillada salvadora, alguito para picar.
Como estas unas cuantas historias, lo interesante es que sigue confiando en mí para las compras.
La principal diferencia cuando compra mi esposa es la distribución de productos: en su compra tiene más vegetales, en la mía más productos elaborados. Otra diferencia es el tiempo, a mí me toma unos minutos menos.
A manera de cierre, recuerdo la primera vez que les compartí a la familia mi truquito para recordar cosas, una canción, Clodomiro
Amable lector ¿tiene alguna historia parecida?
Talvez recuerda compra de telas, zapatos, ropa. O un paseo familiar, evento social.
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