miércoles, 5 de noviembre de 2025

El museo del Louvre: ¿caso de contraseña de seguridad?

 
Facepalm
 
"El legendario museo parisino llevaba más de una década acumulando fallos técnicos y de seguridad informática absurdos en uno de los lugares más valiosos del planeta.

Durante semanas, el robo del Louvre fue noticia de portada en todo el mundo. Un golpe de valor incalculable en joyas históricas, ejecutado a plena luz del día, con una corona extraviada en la huida y un intento de incendio tan torpe como inútil para borrar las huellas. El tipo de atraco que parecería obra de un genio del crimen… si no fuera porque los autores, a juzgar por lo que ahora se sabe, parece que apenas tuvieron que esforzarse.

El misterio ha durado poco. Según ha revelado Libération, el museo más famoso del planeta arrastraba desde hace años una cadena de fallos de seguridad y negligencias informáticas tan clamorosas que cuesta creerlas. El detalle más vergonzante ha llegado desde el diario italiano theSocialPost.it, que lo resumió con precisión quirúrgica: el Louvre protegía su sistema de videovigilancia con la contraseña “Louvre”. Sin símbolos. Sin complicaciones. Así, tal cual.
 
 
 
Un estado calamitoso de seguridad

Los informes internos revisados por el periódico francés confirman que ya en 2014 la Agencia Nacional de Ciberseguridad de Francia (ANSSI) había detectado una debilidad estructural en toda la red. Sus expertos lograron infiltrarse con una facilidad insultante, manipular las cámaras y alterar las credenciales de acceso. En su informe, describían las contraseñas como “triviales”, un eufemismo diplomático para no decir “ridículas”. Bastaba teclear “LOUVRE” para acceder al servidor de videovigilancia o “THALES” para entrar en uno de los programas del contratista.

Dos años más tarde, un nuevo informe del Instituto Nacional de Estudios Avanzados en Seguridad y Justicia remató la faena: hablaba de “carencias graves”, de flujos de visitantes mal gestionados, de tejados accesibles durante obras y de un sistema de vigilancia que se caía a pedazos. Por si faltaba algo, los documentos más recientes indican que, en 2025, el museo todavía usaba software adquirido en 2003, sobre máquinas que seguían ejecutando Windows Server 2003, nada de lo cual tiene ya soporte oficial."
 
 


"Cuando el robo del siglo en el Louvre parece sacado de una mala película, la realidad supera cualquier ficción. El museo más visitado del mundo, que custodia obras de valor incalculable, dejó su sistema de videovigilancia protegido con la contraseña más obvia del planeta… literalmente “LOUVRE”.​

El asunto no es solo vergonzoso. Es una lección brutal sobre lo que pasa cuando ignoramos las alertas de ciberseguridad durante una década entera.

La contraseña que nadie esperaba (pero todos temían)

A finales de octubre, varios ladrones entraron al museo parisino y se llevaron joyas de la corona francesa valoradas en casi 90 millones de euros. La operación duró apenas siete minutos. Pero lo que realmente dejó boquiabiertos a los investigadores vino después.​

Documentos oficiales de 2014 revelados por el diario francés Libération confirmaron lo impensable.

El servidor que gestionaba las cámaras de seguridad del Louvre utilizaba como clave de acceso la palabra “LOUVRE”. Así, sin más. Como si alguien hubiera usado “1234” para proteger su cuenta bancaria.​
 
 
 
 
 
Una década de advertencias ignoradas

Lo peor de todo es que esto no fue una sorpresa para nadie dentro del sistema.

La Agencia Nacional de Ciberseguridad de Francia (ANSSI) realizó una auditoría completa en 2014. El informe fue claro como el agua: cualquiera que controlara la red del Louvre podría facilitar el robo de obras de arte.​

Las contraseñas fueron catalogadas como “triviales”. Se advirtió sobre servidores obsoletos de gestión de video. Se señalaron fallas graves en el control de accesos. Pero las recomendaciones terminaron archivadas.​

Un segundo análisis realizado entre 2015 y 2017 por el Instituto Nacional de Estudios Avanzados en Seguridad y Justicia volvió a sonar las alarmas. El documento de 40 páginas describió “deficiencias graves”, sistemas de seguridad anticuados y mal funcionamiento generalizado. Nada cambió.​

Para 2025, el Louvre seguía usando software de seguridad comprado en 2003 que ya no tenía soporte del fabricante. El hardware corría sobre Windows Server 2003, un sistema operativo con más de dos décadas de antigüedad. Mientras tanto, el museo recibía casi 8 millones de visitantes al año.​
 
 
 

Más que un problema de contraseñas

Los expertos en ciberseguridad no tardaron en señalar lo obvio. Cuando una institución usa su propio nombre como contraseña, el problema va mucho más allá de un descuido.​

Red Hot Cyber, medio especializado en seguridad informática, describió el caso como “un verdadero test de penetración físico”.

Los atacantes habrían usado técnicas avanzadas de reconocimiento OSINT (inteligencia de fuentes abiertas) y CTI (inteligencia de amenazas cibernéticas) para estudiar turnos, flujos y vulnerabilidades procedimentales.​

La ministra de Cultura francesa, Rachida Dati, admitió públicamente las fallas. Habló de una “subestimación crónica y estructural del riesgo de robo”. Las palabras suenan bien en un comunicado de prensa, pero llegan una década tarde.​
 
 
 
 
La respuesta (tardía) de las autoridades

El Ministerio del Interior y el Ministerio de Cultura lanzaron una investigación conjunta con la unidad policial de robo de arte. Los fiscales especulan que los culpables podrían ser simples ladrones, sin necesidad de cómplices internos.​

Hasta ahora, siete personas han sido arrestadas en relación con el crimen. Dos de ellas son los principales sospechosos. Más de 100 investigadores, más de 150 muestras de ADN analizadas e incontables horas de grabaciones de seguridad revisadas no han sido suficientes para localizar las joyas robadas.​"

 
Consulte información en Google sobre clave sistema de seguridad de Louvre (a la fecha aproximadamente 16.100.000 resultados)





Para ubicar el contexto, publicación de BBC de 19 de octubre de 2025 

 





"El de este domingo es el robo más espectacular en el museo del Louvre desde que desapareció la Mona Lisa en 1911.

Y plantea serias dudas sobre los niveles de seguridad que protegen las obras de arte francesas en un momento en el que cada vez más son objetivo de las bandas criminales.

Según el nuevo ministro del Interior francés, Laurent Nuñez, la banda que irrumpió en la Galería Apolo el domingo era claramente profesional.

Sabían lo que querían, evidentemente habían estudiado el terreno de antemano, tenían un modus operandi descaradamente simple pero eficaz, y no necesitaron más de siete minutos para llevarse el botín y escapar.

En un camión equipado con una escalera extendible, aparcaron en la calle, subieron hasta el segundo piso y luego utilizaron una cortadora de disco para entrar por una ventana.
 



 


Dentro de la galería, ricamente decorada, se dirigieron a dos vitrinas que contienen lo que queda de las joyas de la corona francesa.

La mayor parte de las joyas reales de Francia se perdieron o se vendieron tras la Revolución de 1789, pero algunos objetos se salvaron o se recompraron.

La mayor parte de lo que había en las vitrinas, sin embargo, data del siglo XIX y de las familias imperiales de Napoleón y su sobrino Napoleón III.

Según las autoridades, los ladrones se llevaron ocho objetos, entre ellos diademas, collares, pendientes y broches.

Las joyas habían pertenecido a la esposa de Napoleón, la emperatriz María Luisa; a su cuñada, la reina Hortensia de Holanda; a la reina María Amelia, esposa del último rey de Francia, Luis Felipe, que reinó entre 1830 y 1848; y a la emperatriz Eugenia, esposa de Napoleón III, que reinó entre 1852 y 1870.
 
También se llevaron una corona de la emperatriz Eugenia, pero fue recuperada con daños cerca del museo después de que los ladrones aparentemente la dejaran caer.

En un comunicado, el Ministerio de Cultura afirmó que las alarmas sonaron correctamente.

Cinco empleados del museo que se encontraban en la galería y sus inmediaciones siguieron el protocolo: se pusieron en contacto con las fuerzas de seguridad y protegieron a los visitantes.

Según el comunicado, la banda intentó prender fuego a su vehículo en el exterior, pero un empleado del museo lo impidió.

El robo tuvo lugar en una galería situada a pocos pasos de algunas de las pinturas más famosas del mundo, como la Mona Lisa.

Pero los grupos criminales que ordenan robos como este no se fijan en pinturas mundialmente famosas que nunca podrían exponerse ni venderse. Prefieren objetos que puedan convertirse en dinero en efectivo, y las joyas naturalmente encabezan la lista.

Por más grande que sea su valor histórico y cultural, las coronas y diademas pueden romperse fácilmente y venderse por partes. Incluso los diamantes grandes y famosos pueden cortarse.

El precio de venta final puede no ser el que valía el objeto original, pero seguirá siendo considerable.

Dos robos recientes en museos franceses ya habían alertado a las autoridades sobre la creciente audacia de las bandas de ladrones de arte, y el Ministerio de Cultura está aplicando gradualmente un plan de seguridad en toda Francia.

Museos "vulnerables"
 
 

 

"Somos muy conscientes de que los museos franceses son vulnerables", afirmó el ministro Nuñez.

En septiembre, unos ladrones se llevaron oro —en estado mineral— del Museo de Historia Natural de París. Tenía un valor aproximado de 600.000 euros (unos US$700.000) y se habrá vendido fácilmente en el mercado negro.

Ese mismo mes, unos ladrones se llevaron porcelana por valor de 6 millones de euros de un museo de Limoges, una ciudad que en su momento fue famosa por ese tipo de piezas.

Es muy posible que el botín fuera encargado por un comprador extranjero.
 

 

El Louvre alberga miles de obras de arte famosas en todo el mundo y otras tantas menos conocidas, pero igualmente importantes desde el punto de vista cultural.

En sus 230 años de historia se han producido relativamente pocos robos, en gran parte gracias a las estrictas medidas de seguridad del museo.

La pérdida más reciente fue la de un paisaje del artista del siglo XIX Camille Corot. Le Chemin de Sèvres ("El camino a Sèvres") fue simplemente retirado de una pared en 1998 cuando nadie miraba, y no se ha vuelto a ver desde entonces.

Pero, sin duda, el robo más famoso fue el que tuvo lugar en 1911, cuando fue sustraída "La Gioconda" de Leonardo da Vinci, más conocida hoy en día como la Mona Lisa.

El culpable se escondió en un armario durante toda la noche y, a la mañana siguiente, consiguió sacar el cuadro de su marco, envolverlo en su bata, colocarlo bajo el brazo y salir del museo.

Resultó ser un nacionalista italiano que quería que la obra de arte volviera a su país. Fue encontrada en Italia en 1914 y devuelta al Louvre.

A menos que tengan éxito rápidamente en la captura de los ladrones, es poco probable que los investigadores del robo de este domingo tengan tanta suerte como en el caso de la Mona Lisa.

El primer objetivo de la banda será dispersar las joyas y venderlas. Y no será difícil hacerlo."



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Sugerencia: Revise la contraseña que utiliza

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