Mi padre César Aníbal Morales Granda era aficionado a la cacería con escopeta, yo solía acompañarle, con nuestro perrito a estas jornadas.
Entre los amigos que recuerdo estaba el Compadre Bonilla y su auto. Teófilo Amador, Marco Benavides, ...
En temporada de cosecha de trigo o cebada, las tórtolas hacían su agosto y era la época de cacería, se solicitaba permiso al propietario del sembrío.
Mi padre tenía una Carabina Pietro Beretta Calibre 16, los cartuchos eran metálicos y se podían recargar. A diferecnia de las carabinas nacionales, la escopeta de mi padre no peteaba muy fuerte. dar un golpe en el hombro al disparar.
Todas las imágenes han sido ubicadas en internet, como referencia.
Primero limpiar el cartucho cuidadosamente
Ubicar el fulminante.
A continuación, la capa de pólvora, los perdigones y una capa de cera con aserrín, para que cierre el cartucho.
Era un trabajo de precisión, por el cuidado con el cual me enseñó nunca tuvimos un accidente
Si se conocía de un ladrón que merodeaba por el campo, se cargaba en lugar de perdigones: sal en grano. Al recibir el impacto no sería letal, pero si muy doloroso.
Ubicar el cartucho en la canana.
La escopeta recibía el debido mantenimiento.
Mi padre tenía la habilidad de cazar a las tórtolas en pleno vuelo, con mi mascota íbamos a recoger las presas, se debía ubicar dode caían.
El fruto de la cacería se repartía con los compañeros y se llegaba a la casa siempre con una tórtola.
Teníamos un reverbero de gasolina o utilizábamos una fogata
Tienda de campaña de lona
Segundo Acto. Revólver bala U Smith&Wesson
También recuerdo que mi abuelito materno Segundo Juan José Leonardo Mejía Enriquez, tenía un revólver bala U.
Con mi
hermano Juan Carlos le pedíamos que nos enseñe a disparar, un día aceptó
Nos llevó a
un terreno de nuestros padres, dibujamos un blanco y nos indicó como hacerlo.
Lo que se ve
en las películas del oeste es de referencia
Primero,
el tiro salió a cualquier sitio, por la fuerza del disparo la mano no apuntó a la pared sino al cielo o al suelo. Nos faltaba pulso.
Segundo,
quedamos sordos. El ruido del disparo es bastante fuerte.
Tercero,
nuestro abuelito era un mar de risadas (él decía de esta manera a las risas) Estaba a
buen recaudo escondido tras una tapia de al menos 80 ctms de ancho
Con el tiempo con mi hermano compramos una caja de balas U, a hurtadillas enseñamos a nuestro amigos más cercanos a disparar, aprendieron la lección de no jugar con armas los muy sordos y nosotros escondidos muertos de risa tras la tapia.
Tercer acto. La carabina de balines
Nuestros
padres nos obsequiaron a mi hermano Juan Carlos y a mi una carabina de balines.
Teníamos
a buen recaudo a los gatos que intentaban ingresar a nuestro jardín, a esa época éramos defensores
de las aves que trinaban en el jardín.
Con
los amigos realizábamos concurso de tiro al blanco.
En
temporada de fiestas de Ibarra, lo tradicional eran los juegos y entre ellos el
tiro al blanco.
Con
mi hermano llevábamos nuestra propia arma, con mira telescópica, y por supuesto no nos dejaban
utilizar.
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